Necesitamos recomponernos para enfrentar la peor etapa de la pandemia. ¿Cómo lo hacemos?

19/08/2020

Por Jesús Vidalón

Hemos perdido ya decenas de miles de vidas, pero aún enfrentamos el peor momento de la crisis sanitaria.

Si nos recomponemos, partimos de una evaluación realista, y actuamos en conjunto utilizando todos los mecanismos y recursos posibles, podremos reducir las graves consecuencias que inevitablemente continuará produciendo.

De lo contrario, la tormenta nos va a arrastrar, vamos a perder muchos miles de vidas más y vamos a condenar a nuestro país un largo periodo de postración y de pobreza.

 

¿Dónde estamos?

Luego de cinco meses de COVID-19, el factor R es nuevamente superior a 1, y estamos alcanzando niveles máximos de casos confirmados diarios. Hay grandes dificultades para encontrar camas hospitalarias y no hay camas UCI disponibles. Tampoco oxígeno en algunas regiones.

Más aún, hasta que esté disponible masivamente la vacuna, lo que optimistamente ocurrirá el primer trimestre del próximo año, enfrentaremos presiones aún mayores sobre los sistemas sanitarios ya colapsados.

¡Necesitamos abatir drásticamente la demanda por camas UCI para reducir las muertes! y seguir incrementando de la manera más efectiva posible la oferta. ¿Qué podemos hacer para ello?

Algunas propuestas de abordaje:

1. “Dividir” las ciudades

El número de personas susceptibles de ser infectadas expuestas y su cantidad de contactos son determinantes para la propagación.

Por ello, los países con mega aglomeraciones urbanas son los más afectados. Así, Estados Unidos, México, Brasil, Perú y Colombia lideran las estadísticas de casos confirmados de COVID-19 en nuestro continente[1].

La cuarentena generalizada reduce drásticamente el contacto social y por ello es una estrategia efectiva para retrasar el contagio, pero, por sus graves efectos en la economía, debe ser la última opción.

Debemos intentar con otras medidas. Y dado que es difícil tener pronto un modelo explicativo desarrollado rigurosamente, la prohibición de reuniones familiares y sociales y la cuarentena dominical, aunque demanden costos, incomodidad y esfuerzo, y tienen externalidades, algo pueden ayudar.

Más aún, si sigue la escalada de contagio, lamentablemente, podríamos requerir medidas complementarias o sustitutorias. Una alternativa es dividir Lima y las grandes ciudades estableciendo cuarentenas por distritos, distribuidos en diferentes zonas, durante determinados días a la semana.  Chile está saliendo de la cuarentena total con un esquema de transición por comunas. Podemos tomar esa experiencia como un piloto y estar atentos a lo que pase.

Y otra, dividir las ciudades no geográficamente sino temporalmente. Para ello, las horas laborales de los trabajadores que no puedan hacer teletrabajo, podrían distribuirse en los siete días de la semana y en dos turnos diarios.

Esto se está haciendo ya en muchas empresas, pero hay otras que no lo promueven ni permiten. Y el reto es extenderlo al sector informal, lo que es posible si se encuentra los esquemas e interlocutores adecuados.

2. Tayta 5.0

Perú es probablemente el país con más alta tasa de mortalidad por COVID-19, dado que Bélgica -que aparece en el primer lugar- contabiliza los casos sospechosos. Esto tampoco debe extrañar, pues tenemos la quinta parte del número de camas UCI por cada 100,000 habitantes que tienen México y Argentina y el 40% del que tiene Chile.

Es claro que necesitamos identificar y atacar la enfermedad administrando los medicamentos en una etapa temprana. El fortalecimiento de la Atención Primaria, tanto a través de los Centros de Salud, como a través de la Operación Tayta, va en la dirección correcta.

Sin embargo, requerimos una Operación Tayta masiva, no en 30 sino en al menos en 500 distritos, y un servicio permanente similar por canales telefónico y digital que puede ser atendido por profesionales de la salud del sector público y privado vulnerables que no puedan hacer trabajo presencial, o incluso por médicos desde otros países, menos afectados.

Esto se complementaría con la distribución a nivel nacional de los medicamentos para cada plan terapéutico estándar, replicando a mayor escala el esquema de operadores logísticos que ya actúan en algunas zonas.

Para hacer esto de manera efectiva en todas las regiones, se requiere un esfuerzo comunicacional, de sensibilización, organizacional, tecnológico y de control que no puede depender solo del sector salud ni del Gobierno en sus tres niveles.  Debe aprovecharse el tejido comunitario y corporativo.

3. Comunicación

Una potente y pertinente comunicación, a través de medios masivos, redes y mecanismos comunitarios, diseñada para cada segmento, es indispensable para reducir la inevitable pérdida de vidas. Estamos perdiendo la batalla en la mente de gran número de personas y esto genera conductas irresponsables. Hemos escrito hace unos meses sobre esto [2] pero el tema sigue vigente, aunque ya se empiezan a ver iniciativas relevantes. Hay evidencia de cómo abordar exitosamente problemas conductuales y debemos usarla.

En segundo lugar, hay déficit de información. La gente que empieza a tener síntomas no sabe qué hacer y acude a los hospitales y clínicas en estado avanzado de la enfermedad.  Sin embargo, algunos Centros de Salud de Nivel 1 en Lima, con profesionales y abastecimiento de medicamentos para tratar exitosamente la COVID-19 en su etapa temprana y hasta en una etapa de avance moderado, no tienen la demanda que se espera en una época de grave crisis…

4. Expansión de oferta rápida, suficiente y realista

Aún si la estrategia de contención del virus fuera medianamente exitosa, lo máximo que se logrará, hasta tener la vacuna, es retrasar la infección. Entonces debemos proyectar en un escenario realista la evolución de contagiados activos, por región y por mes, por lo menos hasta marzo 2021, y establecer la demanda de profesionales y técnicos, medicamentos, oxigeno, camas y camas UCI que se requerirían para atender esa demanda. Y hacer el plan y asignar recursos para cerrar la brecha. No hay opción.

Las adquisiciones se deben hacer con regímenes de excepción. ¿Contratación directa?, ¿Suministros por Impuestos? … lo que sea más efectivo y rápido.   Y hay que tener un plan para los recursos humanos.

Para todo esto, y todo lo que falta por hacer, necesitamos una máxima apertura del Gobierno y la participación de todos los estamentos de la sociedad, incluido el sector privado. Hasta el Congreso tiene que ayudar, aprobando propuestas del ejecutivo para normas de excepción.

[1] Los países indicados tienen una o más conglomerados urbanos con más de 8 millones de habitantes.  Argentina tiene a Buenos Aires, pero efectúa muy pocas pruebas.

[2] Ver https://propuestapais.pe/noticia/no-uso-sino-muchos-martillos-podemos-consolidar-una-estrategia-efectiva-contra-la-pandemia-en-paises-que-no-son-de-primer-mundo/