Educación virtual para acortar las brechas: digitales y sociales

Testimonio de parte como docente universitario de educación virtual

15/05/2020

Por Erick Verano

Hasta marzo del 2020 muchas palabras como Zoom, Kahoot, Blackboard, Gale, Moodle, Jitsi Meet, Microsoft Teams entre otras sonaban muy extrañas o lejanas para millones de educandos y docentes en el Perú. Hoy se podría decir que forman parte del lenguaje cotidiano de la mayoría de estudiantes de educación básica y superior, pero el hecho que hablemos de una “mayoría” y no de un “todos”, nos revela una problemática educativa que el COVID-19 ha creado en algunos casos y ha profundizado en otros, teniendo en todo esto a la educación virtual como telón de fondo y como oportunidad.
Desde los primeros días que el coronavirus llego a estas tierras, dejo sentir su efecto en todos los aspectos de la vida diaria (economía, salud, transporte, etc) pero el efecto más temprano fue en la educación. La primera actividad en postergarse y, posteriormente, suspenderse indefinidamente, fue la educativa. El subsecuente confinamiento social disparo el uso de software para reuniones virtuales y plataformas educativas (se calcula que ZOOM paso de 10 millones de usuarios en el 2019 a 300 millones a fines de abril del 2020), recursos que eran medianamente utilizados en el mundo laboral ejecutivo y en la educación superior universitaria pero que ahora se utilizan en la mayoría de teletrabajos e incluso en la educación básica regular.

Es con esta cuarentena que la educación virtual ha cobrado un constante y notorio protagonismo, y este tipo de educación tiene beneficios que son inobjetables y que demuestran, más de lo que habíamos pensado, un mayor aprovechamiento potencial en los entornos rurales del Perú. En primer lugar, la flexibilidad de no tener horarios rígidos, facilita la educación para muchos adolescentes que combinan la jornada educativa con las labores familiares del campo. Una educación a distancia posibilita la eliminación del desplazamiento geográfico, sumamente distante, entre los hogares y la escuela. Este es otro efecto positivo de la virtualización de la educación en los lugares más lejanos e inaccesibles de nuestro país, lugares donde los niños tenían que caminar por más de 3 horas en promedio para llegar a sus escuelas.

Pero no solamente en el ámbito rural se puede observar el potencial de la educación virtual. Ya sea en un entorno rural o urbano, la educación online permite desarrollar habilidades blandas en los estudiantes, habilidades que son cada vez más requeridas en el mercado laboral, como la autodisciplina, capacidad de organización, versatilidad, agilidad, adaptabilidad a los cambios, iniciativa y autonomía, así como el trabajo colaborativo.

Sin embargo, esta ventana de oportunidades se estrella contra una muralla de brechas tecnológicas y sociales. No obstante, que la tendencia en el Perú es la aceleración de la penetración de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y la digitalización de nuestras actividades, existen ciertas limitaciones estructurales que no permiten avanzar más rápido.

Según el Digital Peru 2020 el índice de penetración de internet y redes sociales en la población es del 73% algo que está muy cerca del nivel de urbanización del país, en un 78%. De esta información se desprenden datos como que el incremento de usuarios de redes sociales del 2019 al 2020 fue del 4.8% (1.1 millones de personas) mientras que en el mismo periodo el crecimiento de la población fue de 491 mil habitantes y el 97% de estos usuarios de redes sociales lo hace a través de sus celulares.

Todo esto contrasta con limitaciones tecnológicas, socioeconómicas y de infraestructura. La velocidad de conexión a internet en dispositivos móviles sigue siendo baja (22 MBPS) y solamente aumento en 1% con respecto al año pasado, la tecnología 5G aún no ha llegado al Perú y se espera que arribe recién en el 2025. Aún seguimos rezagados en términos de infraestructura de redes tecnológicas, y en la asequibilidad a equipos y servicios digitales, por sus altos precios, lo que lo vuelven restrictivos y poco accesibles para una considerable cantidad de peruanos y peruanas en el interior del país. Además, que, para aprovechar todos los beneficios de una educación virtual, las personas deben tener ciertas habilidades tecnológicas mínimas.

En resumen, no podemos hablar con mucho entusiasmo de las potencialidades de la educación online para nuestros niños, niñas adolescentes y jóvenes cuando muchos de ellos no acceden a un internet de alta velocidad, a un celular Smartphone, una Tablet o laptop. Ante este problema y otros surgidos en la coyuntura de la cuarentena, como la calidad de los servicios educativos virtuales, cabe preguntarse: ¿Qué ha hecho el MINEDU y el Gobierno al respecto?

Algunos pasos en la dirección correcta se han tomado, como la plataforma del Ministerio de Educación “Aprendo en Casa” impartiendo aprendizajes y recursos educativos por diferentes canales (TV, radio, internet, etc.); la compra de más de 900 mil tablets para niños, niñas y adolescentes de los entornos rurales y sus maestros (aun en proceso), la fiscalización a los contenidos de los programas de educación virtual, promulgación de normas técnicas que orienten el desarrollo del año escolar en instituciones educativas (universidades, colegios, institutos), entre otras. ¿Pero que más se puede hacer?

Un actor muy importante dentro del Ministerio de Educación y del cual no se está oyendo hablar mucho es el MineduLAB. Este es el Laboratorio de innovación para la política educativa, una herramienta que permite innovar y aprender a través del diseño, implementación y evaluación rigurosa de innovaciones costoefectivas para nutrir la política educativa. Es esta institución la llamada a trabajar más en el acceso a tecnología para uso pedagógico, tanto para estudiantes, como docentes y padres, siendo estos últimos en quienes más se debe incidir puesto que ahora alternan el trabajo en casa con el acompañamiento educativo de sus hijos, una doble labor para la que, sin duda alguna no estaban preparados, sin olvidar el empoderamiento a los docentes en el rol de formador de formadores.

Lo señalado en el párrafo precedente debe ir acompañado de una agresiva política de mejoramiento de la infraestructura tecnológica que haga posible la llegada en el menor tiempo posible de la tecnología 5G al Peru y la universalización del acceso a internet de banda ancha y que su uso no sea un motivo más de exclusión para la población que se encuentra en situación de pobreza o pobreza extrema.

Actuar con más celeridad en el desarrollo de infraestructura tecnológica digital, empoderando y visibilizando el trabajo de actores como MineduLAB, dotando de mayores recursos a la educación, contraviniendo la tendencia de los últimos 3 años en los que se disminuyó la tasa de inversión en educación como porcentaje del PBI y como porcentaje del gasto de gobierno; será vital no solo para que nuestros estudiantes no pierdan el año escolar, una preocupación legitima de muchos padres de familia, si no para que disminuyan las brechas digitales y sociales en nuestros niños y jóvenes (brechas que se retroalimentan entre si) y generar así un país más inclusivo y menos desigual.

[1] https://datareportal.com/reports/digital-2020-peru

[2] Revisar el artículo “Educación a la deriva”