¿Y qué hacemos si nos falta el agua?

20/07/2020

Por Jesús Vidalón

Los proyectos de envergadura asociados con la oferta de agua en el Perú, incluyendo la requerida para el uso poblacional, están demorando en concretarse, en promedio, más de una década.

Lima es, en gran parte, dependiente de un solo trasvase. Su demanda está precariamente cubierta y crece aceleradamente. Mientras tanto, y principalmente debido al cambio climático, la oferta se reduce. Se estima que será menor entre 6 y 13% hacia el año 2030 [1].

Por otro lado, el concepto vigente de seguridad hídrica obliga a tener redundancia en la fuente, al menos en los sistemas con mayor vulnerabilidad. Nuestra capital no tiene fuente alternativa relevante al menos para el corto plazo.

La situación es parecida en gran parte de la costa peruana. Entonces, no tenemos que preguntarnos cual será la próxima crisis. Ya está instalada. Resolverla no es un tema de burocracia ni de política.  Es un tema de gobernanza.

 

Demanda creciente, oferta vulnerable y decreciente

Según informes del 2030 Water Resources Group [2], si proyectamos las tendencias actuales de evolución de oferta y demanda, en el año 2030 habrá un déficit mundial de agua del 40%.

Sabemos que, aunque el Perú es uno de los países con mayor disponibilidad de recursos hídrico, tiene grandes ciudades ubicadas en desiertos.

La reducción de precipitaciones y caudales en las cuencas que alimentan a Lima que se da en un contexto de cambio climático, la creciente demanda y contaminación de las fuentes, y la sobreexplotación de los acuíferos, podrían determinar un desbalance del 30% en los próximos 10 a 15 años. [3].

Además, el abastecimiento a Lima es vulnerable pues la oferta superficial y total dependen en un 83% y un 57%, respectivamente, de la cuenca del Río Rímac. Un deslizamiento en Tamboraque, o el colapso del trasvase, tendrían consecuencias dramáticas.

 

Las demoras

La concreción de proyectos relevantes de incremento de oferta de agua para uso poblacional, agrícola, energético y para otros usos productivos, enfrenta serias dificultades.  Algunos ejemplos: Obras de Cabecera y Conducción del Agua para Lima, Majes Siguas II, Iruro, Chavimochic III, Paltiture, Choclococha, Jacaybamba, Pasto Grande, Chonta, Vilavilani, plantas desaladoras en varias partes del país.  Y algunos que sí se concretan, como la planta de Provisur, no pueden ponerse en servicio…

La problemática es compleja y diversa. Pero con seguridad, algo más podemos hacer.

 

Los progresos

No todas son malas noticias. Hay una importante acción global en favor de la conservación y el uso adecuado del agua que se manifiesta también en el Perú, una red público privada creciente, valiosos proyectos de infraestructura verde y de reúso de aguas, y un nuevo mecanismo para licitar el incremento de la oferta de agua para uso poblacional en el corto plazo.

En efecto, solo en Lima hay al menos 32 proyectos de SEDAPAL y 21 de Aquafondo, de infraestructura natural entre ejecutados, en diseño o en ejecución, orientados a conservar los ecosistemas existentes, incrementando la oferta y previniendo desastres naturales.

Y gracias a la inclusión por SUNASS de Mecanismos de Retribución para Servicios Ecosistémicos en la tarifa de al menos 35 EPS, los proyectos de este tipo se multiplican a nivel nacional.

Por otro lado, las experiencias de reúso de aguas residuales también se van concretando, cada vez en mayor escala, siendo relevantes los avances de SEDAPAL, EMAPICA, EPS MOQUEGUA, entre otras.

Y, finalmente, el Ministerio de Vivienda está diseñando un esquema especial de incremento de oferta, basado en subastas a nivel nacional para compra de agua en bloque.

 

El reto

El aporte de los proyectos de infraestructura verde, reúso y otros enmarcados en el concepto de economía circular, es fundamental y cada vez más relevante.  Y la compra de agua en bloque, diseñada adecuadamente, puede ayudar a resolver la problemática del uso poblacional en el corto plazo.

No obstante, dada la magnitud del déficit proyectado para todos los usos y la necesidad de asegurar un mínimo nivel de redundancia, es indispensable concretar proyectos eficientes de infraestructura y/o tecnología de gran escala.

La problemática es compleja, en particular en los casos en los que hay conflictos germinando.  Sin embargo, el mundo está dando cada vez más señales de alerta respecto de los aspectos esenciales para la supervivencia y la convivencia.  Y todos debemos advertirlas, lo que debe generar mayor flexibilidad de todas las partes y una nueva oportunidad para lograr acuerdos.

¿Cómo elevamos el nivel de la problemática específica cada proyecto para abordarla y cómo ayudamos a resolverla como sociedad? ¿Cómo pueden contribuir de manera efectiva los actores públicos, privados, la sociedad civil y la comunidad del ámbito de influencia de cada proyecto?

¿Por qué no nos ponemos de acuerdo ahora y no cuando la crisis nos obligue a hacerlo y ya no haya suficiente tiempo para evitar que en un futuro cercano nos falte el agua como nos faltaron ahora las camas UCI o el oxígeno?

Aún está en nuestras manos.

[1] Aquafondo (2016): “Riesgos hídricos y vulnerabilidad del sector privado en Lima Metropolitana y Callao en un contexto de cambio climático”.

[2] 2030 Water Resources Group (2020). Building trust, growing resilience, Annual Report 2019

[3] Aquafondo (2020): “Crisis de Agua: una amenaza silenciosa para el desarrollo económico”.