Reconectando al empresariado

02/12/2019

Por Edgard Ortiz

Perú: Una economía de mercado para todos. Impulsado por una economía de mercado, el Perú ha avanzado en generar bienestar y oportunidades; sin embargo, se necesita realizar reformas para que los beneficios alcancen a todos los peruanos.[1]

Así se presentó CADE Ejecutivos 2019. Fue el contexto más crítico para su realización considerando que la semana previa habían declarado, en calidad de testigos, algunos representantes de las empresas más distintivas del país. Se había remecido el ambiente social y político. La noticia de aportes en efectivo a la campaña de Keiko Fujimori fue un nuevo golpe para la credibilidad empresarial.

¿Esperaba algo la gente del CADE? Podemos arriesgarnos y responder que no. O, al menos, nada radical porque, incluso cuando la Presidenta de CONFIEP hizo una declaración expresa contra un miembro de sus asociados, pocos le creyeron. Y es que ningún acto de contrición en ese ambiente podía salvar la situación. Aunque la deslegitimación del sector privado no es nueva, los hechos expuestos catalizaron la desconexión con la ciudadanía.

Pero, ¿debe preocuparnos el sentimiento negativo con el empresariado? Creemos que sí, por una importante razón: institucionalidad. Porque la empresa privada también importa, y mucho, considerando que es la que genera más y mejor empleo, paga los impuestos con los que se hace obra y presta servicios públicos, porque es la máxima manifestación de la libertad de emprender. Pero, para trascender, debe ir más allá de una agenda particular, debe legitimarse.

El objetivo declarado del CADE fue exponer a la comunidad los “avances logrados en Perú gracias a una economía social de mercado, así como los “pendientes de cara al Bicentenario para extender el acceso a sus oportunidades y beneficios hacia todos los peruanos. [2]

Conforme a ese discurso, es claro que los organizadores buscaban difundir las bondades del modelo en oposición a lo que sus detractores difunden. Pero el mensaje parecía quedarse corto. Primero, porque el formato no comunica bien porque no promueve el debate, ni el intercambio de ideas distintas. Nuevamente podemos arriesgarnos y afirmar que para la gran mayoría el CADE Ejecutivos es una burbuja empresarial sin compromisos firmes Porque no aporta sustantivamente al diálogo colectivo, ni tampoco genera cambios tangibles en la sociedad en que se desenvuelve.

Luego, el objetivo del CADE Ejecutivos había quedado rápidamente obsoleto y opacado por un nuevo allanamiento de las oficinas de la CONFIEP por la Fiscalía. Allanamiento que, en esta oportunidad, buscaba información complementaria a la entregada por los empresarios días antes. Es evidente que para el Ministerio Público es prioridad hallar elementos que confirmen su tesis en el caso de Keiko Fujimori.

El allanamiento coincidió también con varios reveses del equipo especial Lava Jato. Esos mismos días el Poder Judicial -en segunda instancia- dejó en libertad a varios árbitros investigados en el caso Odebrecht; el Tribunal Constitucional falló dejando en libertad a Keiko Fujimori; e, incluso, se involucró a un fiscal del equipo en tráfico de influencias en el caso Villanueva. En política las coincidencias no existen. En el mundo penal parece que tampoco.

Pero más allá de estos eventos exógenos y su impacto en el CADE Ejecutivos, a pesar de buenas presentaciones de muchos ejecutivos, poco quedó luego del evento. Su intención de promover el modelo social de mercado fue absolutamente diluida por las circunstancias. Queda mucho trabajo pendiente para el empresariado si busca reconectarse con la sociedad. Y cualquier cambio sólo podrá darse con hechos concretos, igual de simbólicos y contundentes.

Murray Edelman ha escrito notablemente sobre el uso simbólico de la política, de las formas y significados del lenguaje y símbolos en política y de la construcción del espectáculo político. Nos dice que, en política, los agentes usan mitos y liturgias como mecanismos sociales y de poder para generar conductas, muchas veces para mantener y fortalecer las estructuras que aseguran los privilegios para las élites. Esto suena familiar en el contexto peruano.

Entonces, para mitigar el impacto reputacional del empresariado es necesario que estos recuperen reputación con acción y símbolos. Deben modificar la asociación que hoy generan con la indiferencia, poca transparencia y lucha por privilegios. Eso se logra con el compromiso honesto e irrestricto con los problemas que afectan a la sociedad.

Es hora de modificar conductas y asumir compromisos expresos. Ser y parecer. Es legítimo que el empresariado tenga una opinión en lo social y lo político. Pero su opinión debe ser transparente e íntegra. Para la gente los miedos reconocidos tarde no resultan sinceros y parecen más un miedo a la pérdida de privilegios.

Si de verdad el sector privado cree en el modelo social de mercado es hora de que cambien, pero no solo en el discurso, sino especialmente en los hechos. Es hora de que a través de actos concretos generen nuevos símbolos. Sólo así el modelo social de mercado tiene esperanza. Porque no hay economía social de mercado sin empresa privada legítima. No hay posibilidad de prosperidad para todos sin una empresa privada responsable. Si el empresariado no lo entiende, en cualquier momento la burbuja en que se han mantenido, reventará.

[1] Página institucional de IPAE: https://www.ipae.pe/cade-ejecutivos-2019/#dia-1

[2] Ibid.