Latinoamérica: ¿Podemos hacer el tránsito hacia sociedades viables?

26/11/2020

Por Jesús Vidalón

Terminaremos el año en Latinoamérica con 230 millones de pobres, el 37% de la población. Nuestro continente sufre de inequidad crónica y corrupción generalizada. Chile y Perú ya han hecho fiebre alta. Las células jóvenes, en las que está la reserva de defensas, han empezado a reaccionar y han mostrado que se puede conseguir cambios. Eso nos esperanza, pero hay un largo y difícil camino aún por recorrer.

En el corto plazo, la secuela económica de la pandemia y su impacto progresivo en la población vulnerable y desempleada nos llevarán a cuidados intensivos. Y los países que no hayan adoptado medidas efectivas se aproximarán al límite de la convivencia pacífica.

Además, la atención de las “enfermedades” estructurales preexistentes también se ha vuelto urgente y representa un enorme reto.

¿Podremos hacer el tránsito de sociedades fallidas a sociedades viables? ¿Cómo?

 

Dos siglos de existencia independiente

Nuestros primeros doscientos años de existencia independiente no han sido lo que soñaron Túpac Amaru II, Nariño, Miranda e Hidalgo. Han sido erráticos, anárquicos, dominados por pugnas caudillistas, intervenciones, guerras, dictaduras y democracias poco efectivas y generalmente corruptas.

Los periodos de progreso económico han sido opacos y autoritarios y han profundizado las diferencias socioeconómicas y la polarización política. Y no hemos logrado consolidar sociedades civilizadas, saludables, solidarias y efectivas, capaces de generar desarrollo sostenible y asegurar derechos y dignidad mínimos para todos los ciudadanos.

Evidentemente no ha sido una cuestión de recursos, como lo muestra la increíble e inaceptable realidad de Venezuela, uno de los países con mayor riqueza natural en la región, ni de tamaño, como lo muestra Brasil, cuya corrupción, tan grande como su territorio, su población o su PBI, necesitó ser exportada…

El aporte migratorio tampoco ha sido un factor determinante. Las influencias española, italiana, portuguesa, inglesa, asiática, africana, distribuidas de manera no uniforme en la región, no han hecho diferencia.

Y no ha sido una cuestión esencialmente ideológica. Argentina y Perú, solo por mencionar un par de ejemplos, han fracasado alternando gobiernos de derecha y de izquierda. Como en casi toda Latinoamérica, políticos de todos los colores, empresarios y dirigentes sociales han competido en sectarismo y mediocridad, han puesto el interés personal o grupal sobre el general y se han llenado las manos y conciencias de intereses o dinero oscuros.

No se trata entonces de hacer giros constitucionales, o al menos, no solo de eso…

 

Sociedades viables y cómo las construimos

Las sociedades viables son aquellas capaces de asegurar una existencia digna para todos sus ciudadanos de manera permanente y en el largo plazo.  Para ello deben generar desarrollo económico y social sostenible.

En términos generales, hay consenso respecto de los factores que determinan este desarrollo:

i) visiones de país unitarias y solidarias;

ii) fortaleza de las instituciones, lo que implica el imperio de la ley, el respeto por las reglas de juego por todos los agentes, públicos y privados, y el combate a la corrupción;

iii) efectividad gubernamental;

iv) gobernabilidad, que permite la convivencia pacífica, sobre la base de arreglos político-sociales justos y oportunos;

v) sostenibilidad ambiental.

¿Cómo conseguimos esto partiendo de sociedades dominadas por intereses personales y grupales, organizaciones públicas con cultura burocrática y desempeño mediocre, empresas mercantilistas y gremios politizados?

Evidentemente, la construcción de sociedades viables implica una profunda transformación cultural que incorpore dentro de nuestros valores compartidos elementos relacionados con los factores determinantes de desarrollo.

Esta transformación parecía imposible hasta hace poco tiempo, pues el cambio cultural es un proceso complejo, aún en organizaciones, y solo puede conseguirse en plazos largos y con el liderazgo adecuado.

Es tan difícil, que Juan Bautista Alberdi, ya hace casi ciento setenta años, pensaba que la sociedad argentina, y en extensión la latinoamericana, no estaban en condiciones de dinamizar un proyecto efectivo de modernización para convertirse en sociedades civilizadas que generasen riqueza para asegurar dignidad para todos. Y entonces planteaba la polémica “teoría del trasplante”.

Pero el mundo ha cambiado. Tenemos una nueva generación.  Informada, capaz, potente, con valores democráticos y ciudadanos. No gracias a nuestra educación formal, que sigue siendo precaria, sino principalmente gracias a su propia actitud y a la tecnología. Esta generación ha decidido responsabilizarse por su propio destino.

Y la pandemia ha tenido una externalidad positiva. Ha renovado el propósito individual, colectivo y empresarial de búsqueda del bien común, y ha propiciado la toma de conciencia sobre la precariedad de nuestros Estados y su mínima capacidad hasta para garantizar servicios fundamentales a sus ciudadanos vulnerables.  Y ahora es claro para todos que hay algo que hacer.

Entonces, más que en cualquier otro momento, el cambio cultural es posible. Requiere únicamente liderazgo. Y ese es el otro reto.  Una nueva clase dirigente. Y esto abarca las instituciones públicas, pero también las empresas y las organizaciones sociales. Una clase dirigente moderna, efectiva, no politizada, que cree riqueza, pero que esté guiada por el interés general, la solidaridad, la paz y los valores democráticos.  Y que asegure el imperio de la ley…  Ya hemos escrito ya sobre esto [1].

Una sociedad civilizada es posible. La transformación cultural ya está en camino, gracias a los jóvenes, y necesitamos instituir una nueva clase dirigente para consolidarla.  Decidamos esto en las urnas, pero también en las empresas y en las organizaciones sociales. Y, solo luego de eso, hagamos los cambios constitucionales responsables que necesitamos para consolidar las nuevas repúblicas latinoamericanas.

[1] La clase dirigente post coronavirus y post lava jato. https://propuestapais.pe/noticia/la-clase-dirigente-latinoamericana-post-lava-jato-y-coronavirus/