La Primacía de la Realidad

08/10/2019

Por Carlos Anderson

Nada más fácil, cómodo y popular que hacerse parte del coro de voces que celebra el cierre del Congreso por parte del Poder Ejecutivo, como respuesta a la actitud abusiva, arrogante y mafiosa de la mayoría fujimorista.  Prefiero enfrentar a la opinión pública con una mirada basada en el principio de “la primacía de la realidad”, el cual señala que en caso de discordia entre lo que ocurre en la practica y lo que surge de documentos o acuerdos, debe darse preferencia a lo que sucede en el terreno de los hechos.

El primer dato de la realidad es que hoy en día la corrupción es “consustancial” a la sociedad peruana. La corrupción lo ha invadido todo. A los partidos políticos y a los tres poderes del Estado—el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.  Ha invadido también al sector privado—empresas del sector construcción, sector financiero, sector servicios, etc.–y ha invadido incluso a las propias fuerzas armadas y fuerzas policiales.

Por eso resulta engañosa y hasta peligrosa la actitud de quienes—incluso teniendo abiertos sendos procesos de investigación fiscal—se autoproclaman como líderes en la lucha contra la corrupción y llaman a todo aquel que osa discrepar con ellos “cómplices de la corrupción”.

Un segundo dato de la realidad es que Fuerza Popular y sus aliados del APRA han sido derrotado en todas sus líneas por un presidente al cual subestimaron y ningunearon innumerable veces. Como contrapartida, tenemos ahora un presidente tremendamente empoderado, legitimado por la fuerza de las encuestas de opinión pública, camino a la canonización sin mayor escrutinio o prueba de fe—San Martín Vizcarra.

Un tercer dato de la realidad es que la Constitución del 93 ha recibido una tremenda paliza de la que difícilmente se repondrá. Las interpretaciones auténticas de tirios y troyanos en materia de distribución de poderes, en particular eso de la “negación fáctica de la confianza” han hecho que la pobre Constitución del 93 haya sido estirada al punto de llegar a justificar a quienes—como yo—sostenemos que el cierre del Congreso constituye un quebrantamiento del orden constitucional.

Un cuarto dato de la realidad es que en el Perú subsiste una clara vocación totalitaria. “Quebrantamiento del orden constitucional? Bah! Que importa! Total, escribamos una nueva! Las encuestas de Latinobarómetro—diseñadas para seguirle la pista a las actitudes y valores democráticos en América Latina—ya lo habían anticipado, pues en ellas destacamos por nuestro poco aprecio por la democracia formal—Congreso incluido—y nuestra fascinación por los regímenes de mano dura.

Un quinto dato de esta realidad es que el Presidente Vizcarra ha salido de su enfrentamiento con la oposición fujiaprista no sólo fortalecido sino en la práctica como el presidente más poderoso de la historia republicana. Encarna a la vez al poder ejecutivo, al poder legislativo (por lo menos durante los próximos cuatro meses), preside la Junta Nacional de Justicia, entidad que reemplaza a la extinto y corrupto CNM—consejo nacional de la magistratura—encargada de nombrar jueces y fiscales. Y tiene—por ahora—un tremendo apoyo popular.

Esta es la foto del momento. Con seguridad el Sr. Vizcarra ha de atesorarla como muestra de su insospechado éxito político porque si algo nos dice la historia de los regímenes autocráticos o en camino a serlo es que el apoyo popular es algo extraordinariamente frágil y poco duradero. De aquí en adelante la rueda solo puede rodar cuesta abajo.