Perú: La dictadura parlamentaria perfecta

26/07/2023

Por Carlo Magno Salcedo

El 30 de agosto de 1990, durante un encuentro de intelectuales europeos y americanos organizado por Octavio Paz, realizado en Ciudad de México y que fue televisado, en un contexto en el cual el hermano país venía atravesando un largo proceso de transición a la democracia, Mario Vargas Llosa manifestó que el caso de México encajaba dentro de la tradición de dictaturas Latinoamericanas, con un matiz que resultaba un agravante. Según Vargas Llosa, México era la dictadura perfecta “porque está camuflada de tal modo que puede parecer no ser una dictadura, pero tiene de hecho, si uno escarba, todas las características de la dictadura”.

Si nuestro Nobel hubiera mantenido la misma libertad intelectual de entonces, y hubiera sido coherente con sus ideales liberales y democráticos en lugar de haberse dejado ganar por el extremo conservadurismo de sus últimos años, tampoco dudaría en calificar al actual régimen político peruano como una dictadura perfecta.

En la última semana han ocurrido dos hechos consecutivos que nos permiten afirmar que el Perú ya dejó de ser una democracia, que se ha convertido en una dictadura parlamentaria.

Primer hecho, la decisión del Tribunal Constitucional sobre la cuestión de confianza, que en los hechos le ha quitado al presidente de la República el único contrapeso que tenía frente al Congreso, consistente en la posibilidad del presidente de disolver el Congreso si este reiteradamente le niega la confianza solicitada.

Al respecto, llama la atención la explicación brindada por el presidente del Tribunal Constitucional para justificar esa decisión, quien increíblemente señaló: “Para que haya disolución el Congreso es el que debe tener la voluntad de ser disuelto.” Más claro ni el agua, con su decisión, el Tribunal Constitucional ha quebrado el balance de poderes, sin el cual un régimen político no puede considerarse democrático.

Segundo hecho, la decisión del Congreso de inhabilitar a la Fiscal Suprema Zoraida Avalos, con argumentos francamente deleznables, violando las normas del Estado de Derecho y por la sola fuerza bruta de los votos, y cuyo propósito verdadero, más allá de la vendetta contra la fiscal Avalos, es tener el control total del Ministerio Público y tener amenazado al Sistema de Justicia, cuyos operadores en adelante tendrán que pensar mucho sus decisiones cuando involucren a los líderes de los partidos que controlan el Parlamento.

Al respecto, aunque en verdad ya no llama la atención, no hay que olvidar que una vez más se juntaron las bancadas de los extremos políticos de derecha e izquierda, igualmente corruptos y antidemocráticos, que en maléfica alianza están sometiendo a cada una de las instituciones de nuestra democracia. Algunas de estos extremistas lo hacen con la intención de asegurarse que no volverán a perder elecciones; y todos lo hacen con el propósito de lograr impunidad por sus delitos teniendo bajo su control total al Ministerio Público.

Envalentonados como están, ahora las bancadas extremistas que controlan el Congreso están alistando sus próximos asaltos: ir por la Junta Nacional de Justicia e ir por los organismos electorales, especialmente el Jurado Nacional de Elecciones y la Oficina Nacional de Procesos Electorales.

¡No hay duda, ya no somos una democracia, somos una dictadura parlamentaria perfecta!