La chispa de la gestión

Llegó la hora de un shock de gerencia pública

19/09/2019

Por Arturo Granados

Los cráneos privilegiados para todas las pedradas son la gestión directiva y la descentralización

El 2018 [1] se dejó de comprar 215 millones de soles en medicamentos del presupuesto disponible. No se ejecutaron 214 millones del programa materno neonatal y más de 870 millones de inversión en salud. En educación, no se ejecutaron 1,572 millones de inversión y 490 millones en bienes y servicios. Sin convertir la ejecución presupuestal en un fetiche es necesario señalar gastar es un indicador elemental de gestión, en atención a las enormes necesidades públicas.   ¿Por qué no se logra el mínimo elemental de la ejecución presupuestal en la gestión sectorial y regional? Y ¿Por qué los resultados deseados de las políticas sectoriales y de la prestación de servicios no se alcanzan?

Cuatro grandes esferas pueden contener la explicación  del problema: (i) La idoneidad y efectividad de la gerencia pública. Hoy en contraposición a lo razonable vivimos el devastador efecto de la alta rotación de directivos, desde ministros y viceministros, pasando por directores generales y ejecutivos en los diferentes niveles de gobierno, con la consiguiente falta de pericia. (ii) Las reglas administrativas y presupuestales de la gestión pública. (iii) El temor o miedo a las acciones de control que incrementa el riesgo de sanciones, inhabilitaciones y cárcel. (iv) La incertidumbre política que quita horizonte y motivación a los gestores públicos. Sin contar con la consuetudinaria presión política. La gerencia pública es una actividad de alto riesgo, hoy más que nunca.

Este artículo se centra en la esfera de la gerencia pública como uno de los factores explicativos del limitado desempeño del sector público en su conjunto. Un problema que venimos arrastrando muchos años es la ausencia de implementación de una política sostenida y fuerte de profesionalización de la función directiva. Cada inicio de gobierno o gestión ministerial trae una alta renovación de cuadros directivos, lo que imposibilita la acumulación e incrementa el riesgo de incapacidad. Particularmente, es urgente conformar y desarrollar un cuerpo directivo de autoridades regionales de salud y educación para la implementación de políticas sectoriales y prestación de servicios en todo el territorio nacional, incluyendo Lima Metropolitana.

Las preguntas clave [2] son ¿dónde se requiere gerencia pública profesional de salud y educación?, ¿Para qué resultados?, ¿Cuántos directivos necesitamos?, ¿Dónde lo buscamos? Y ¿En qué horizonte de tiempo vamos a lograrlo?

En el Congreso existe el Proyecto N° 2034-2017-CR que busca dar respuesta a este viejo problema, regulando el proceso de conformación del cuerpo directivo regional de salud y educación en las siguientes etapas: (i) Selección de directivos, (ii) Definición del marco de responsabilidades y sistema de evaluación, (iii) Definición del contrato de gestión de resultados, (iv) Fortalecimiento del desempeño, y (v) Evaluación y remoción.

El proyecto no altera las normas de la descentralización –Capítulo de Descentralización de la Constitución, Ley de Bases, ni Ley Orgánica de Gobiernos Regionales- sino que establece el proceso y los perfiles de competencias de los directivos sectoriales a nivel regional bajo una conducción tripartita de los sectores involucrados (Salud y Educación), la Autoridad Nacional del Servicio Civil y los Gobiernos Regionales.

La naturaleza de los directivos se mantiene como personal de confianza y libre remoción, combinando la confianza con la meritocracia, bajo un marco regulado, creando la puerta de entrada para el servicio profesional de directivos sectoriales a nivel regional. Recordemos que los gobernadores son autoridades políticas electas y requieren personas capaces y de su confianza, y sin quitarle prerrogativas, necesitan respetar perfiles de competencias para que asegurar los resultados que también a ellos les darán valor político.

Hagámos un favor: abandonemos las respuestas fáciles, como echarle la culpa a secas a la “mala gestión” o tirarle una piedra al cráneo favorito de las pedradas, la descentralización. La chispa de la gestión está en la función directiva. No hay forma de encenderla sin voluntad y entereza política, un marco normativo explícito, estrategia clara y progresiva, constancia de propósito ante los embates de la resistencia[3]  y claridad en los objetivos de política sectorial y territorial.  Hay que pagar el precio. Si no lo hacemos seguiremos arrojando piedras de manera inútil y necia.

[1] Estas cifras provienen de la “Consulta amigable MEF” sobre ejecución presupuestal de los tres niveles de gobierno en salud y educación.

[2] Basado en Documento de trabajo N° 3. DIRECCIÓN PÚBLICA PROFESIONAL EN SISTEMAS COMPLEJOS. La experiencia de Gerentes Públicos en el sector salud. SERVIR. 2018. Página 75.

[3] Preguntar a Fernando Cillóniz, ex gobernador de Ica.