Esperando a los bárbaros (políticos)

31/12/2019

Por Juan Manuel Robles Montoya *

A partir del 2001, después de diversos gobiernos autocráticos (entre pausas democráticas), muchos pensamos que la democracia, como ideal y como proceso político, generaría un desarrollo del país en todos sus frentes. De hecho, las cifras macroeconómicas parecieron respaldar esa esperanza.

Sin embargo, tan solo quince años después, la sociedad peruana muestra una fundamentada insatisfacción con el funcionamiento de las instituciones. Y esta insatisfacción genera, cuando menos, escepticismo sobre todos los pilares que promovieron el crecimiento sostenido de todos estos años.

Ese escepticismo, simplificándolo al máximo, pudo generar dos vertientes. La primera hubiera sido la articulación de una propuesta ordenada, sobre la base de estudios y de pruebas recolectadas a través de los años, para modificar los aspectos más ineficientes de nuestra Administración Pública.

Eso, claramente, no se hizo.

La segunda es interiorizar el caos y sacarle provecho. La mejor manera para ello es partir de un análisis de juego de suma cero en el que todo lo que gana uno lo pierde el otro. Así, en un proceso político con esa ideología, más que propuestas hay estrategias de sentimentalismo, descalificación de los contrarios y exagerados autoelogios.

Como inevitable conclusión de esta forma de pensar, encontrar consensos para desarrollar cambios resulta imposible. Cada discusión no es una oportunidad para mejorar un plan, sino para aplastar al enemigo jurado. Así, el enfrentamiento político no es la contraposición de ideas, sino de artistas del insulto.

Este último fue el camino que eligió el Perú durante las dos décadas de crecimiento.

El filósofo político John Rawls esbozó una idea de cómo establecer una sociedad. Partiendo de una “posición original”, imaginemos que debemos identificar los principios sobre los cuales estructuraremos una sociedad; pero sabiendo que luego de ello no habrá certeza respecto a qué posición social o que características tendremos en la misma (lo que denominaba, el “velo de la ignorancia”).

¿Qué principios estableceríamos para dicha sociedad?

Rawls concluye que lo más lógico sería que dicha sociedad se construya sobre la base de (i) garantía y respeto de derechos fundamentales para todas las personas y (ii) un sistema en el cual los que tengan las mayores desigualdades tengan acceso a mayores beneficios para promover la igualdad de oportunidades.

Criticando ello, el filósofo Michael Sandel ha señalado que es imposible colocarnos en la “posición original”, puesto que las personas no pueden desprenderse de todos sus conceptos preexistentes. Y Robert Nozick apunta que si bien la idea de Rawls puede ser un punto de inicio, las inequidades se darán naturalmente por el desarrollo de la sociedad (además de que la teoría de Rawls descansa en un sujeto averso al riesgo en su extremo).

Claramente estas ideas han estado ausentes en toda discusión en la política peruana. No hay mayor contraposición o crítica fundamentada. Lo más cercano a las mismas ha sido acusar a unos de “terrucos” y a otros de “vendepatrias”. Así, nuestro péndulo no se mueve entre ideas, sino entre insultos.

El sustento respecto al “tamaño” del Estado, así como a sus competencias, funciones, finalidades y medidas a adoptar no ha sido mayormente analizado. No existe un Norte claro, un sustento. Y sin Norte, no puede haber un mapa ¿Qué principios sobre los cuales se debe estructurar el Estado defienden la mayoría de políticos? No sabemos.

En este marco, la publicación del “Plan de Competitividad y Productividad” (Decreto Supremo N° 237-2019) significó una refrescante excepción. Dicho plan estableció nueve (9) ejes para enfocar el desarrollo del Estado, así como del país.

Sobre dicho Plan de Competitividad se realizaron algunas críticas en diversos sectores, pero el mismo no ha sido objeto de mayor debate. De hecho, incluso ahora que estamos en época de elecciones, y salvo por el capítulo laboral, no se ha desarrollado un análisis con la importancia que se merece con relación al mismo.

Sería conveniente entonces analizar cada uno de dichos capítulos del referido Plan, puesto que el mismo podría ser una adecuada manera de empezar a desarrollar adecuadamente un nuevo modelo de sociedad.

Teniendo en cuenta ello, un capítulo -entre varios otros- que no recibió la atención debida ha sido el de financiamiento. Dicha sección del Plan definió, a nuestro juicio adecuadamente, los principales problemas que afronta nuestra economía: (i) limitado acceso a financiamiento; (ii) baja penetración del crédito en el país; y (iii) elevado costo de financiamiento (la tasa de interés para las MYPE es significativamente mayor que la otorgada a la mediana empresa).

Todo ello origina que haya un escaso desarrollo de las MYPEs, las cuales conforman una amplia base de nuestra economía y representan una de las principales fuentes de empleo.

Por ello se propusieron en dicho plan diversas medidas que tendrían como objetivo la atención de los problemas detectados, entre las cuales destacamos las siguientes:

  • Promoción del FONDO CRECER, para solucionar problema de alto costo de las tasas de interés a MYPES.
  • Promoción del FONDO DE CAPITAL EMPRENDEDOR, para realizar colocaciones de capital en fondos privados especializados, a cambio de una participación, para efectos de que estos realicen inversiones en emprendimientos
  • Promoción del Fondo para la Inclusión Financiera del Pequeño Productor Agropecuario como incentivo de acceso al crédito a productores agropecuarios
  • Implementar un marco regulatorio para el adecuado desarrollo de la incipiente industria de servicios financieros intensivos en tecnologías de información.
  • Desarrollo de un portal digital informativo con las opciones existentes en el sistema financiero para que las empresas puedan determinar los instrumentos más acordes a sus necesidades.
  • Creación de una plataforma para la atención de órdenes de compra estatales. Este instrumento será un portal de transacciones de órdenes de compra de proveedores MYPE del Estado. A través de este portal se podrá obtener financiamiento para capital de trabajo, tomando como garantía la orden de compra y/o servicio u contrato

Sin embargo, consideramos que existen otras medidas que también podrían ser implementadas para tal efecto, tales como:

  • Incentivar mercado de valores: reduciendo los costos regulatorios para emisiones.
  • Implementar un mejor marco regulatorio para lograr el acceso de start ups a rondas de inversión.
  • Determinación de esquemas de financiamiento por sector (agropecuario, minero, pesquero, etc) que permita una más rápida evaluación crediticia por parte de financistas
  • Evaluación de número de MYPES que accedan al mercado financiero.

Un análisis de este capítulo, o de cualquier capítulo del Plan, incluso uno breve y muy ligero, ha carecido de mayor atención. Pero justamente es hora de que analicemos el tipo de sociedad que queremos y para ello, si bien no podremos colocarnos en una “posición original” como la pedía Rawls, sí podemos analizar las metas que nos debemos plantear, así como las mejores medidas para alcanzarlas.

Después de todo, tanto el fin como el medio terminarán modelando el tipo de sociedad que queremos alcanzar.

Y ese y no otro debe ser el objeto de nuestro debate político. Y si bien esa es la condición, pero no la garantía del bienestar, al menos estaremos empezando bien las cosas.

Es hora de cambiar nuestra manera de hacer política.

 

* Columnista invitado. MBA – Maastricht School of Management. Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú