En el camino

18/09/2020

Por Juan Manuel Robles

Entre los numerosos problemas que se han vuelto más evidentes a raíz de la pandemia ocasionada por el COVID19, se encuentran aquellos relacionados con las cadenas de suministro (supply chain).

Así, la necesidad de poder contar con determinados productos (principalmente vinculados al sector salud), generó que las personas presten especial importancia al proceso de no sólo contar con un determinado proveedor, sino de observar la cadena de suministro.

Al respecto, ya existen diversos análisis que han mostrado su preocupación relacionada con este aspecto y su impacto en los efectos post-covid (por ejemplo: https://www.newyorker.com/news/q-and-a/the-coronavirus-crisis-will-lead-to-catastrophic-hunger).

En este sentido, se requiere catalogar a las cadenas de suministro como servicios esenciales, a fin de que se pueda asegurar que los bienes puedan llegar a su destino cumpliendo tres objetivos esenciales: (i) oportunidad; (ii) con un adecuado cuidado a su inocuidad; y, (iii) con el menor costo posible.

Para estos efectos, es imperativo analizar cada paso de la cadena de suministro y asignarle una función, así como una valorización en función a su exposición al riesgo. Ello determinará que se puedan identificar los puntos más vulnerables de dicha cadena y poder implementar medidas de respaldo a dichos puntos.

Asimismo, resulta esencial impulsar dos (2) características ya indicadas por diversos especialistas: (i) la innovación y (ii) fomentar la digitalización.

Ambas características permitirían poder monitorear en mejor medida todo el devenir de la cadena de suministro (desde lo que sucede en la planta hasta su efectiva distribución) [1].

En efecto, la tecnología resulta un aliado vital para las actividades empresariales, y más aún en tiempos como este. Por medio de softwares, los agentes económicos pueden administrar su cadena logística; lo cual debe ser aprovechado no sólo por los privados, sino también por el sector público.

Sobre la base de dichas herramientas podría, a su vez, enfocarse en los siguientes objetivos ya indicados en diversos reportes de las Naciones Unidas: “La diversificación de mercados de exportación, la articulación de encadenamientos productivos mediante inversiones en infraestructura, en conocimiento y su aplicación en actividades productivas” [2].

Adicionalmente a ello, debe revisarse la regulación con relación al transporte (desde los tiempos de conducción y descanso de transportistas, hasta la carga fiscal para empresas de transporte de carga, pasando por procesos expeditivos para poder iniciar labores de logística). Dentro de dicha revisión, debe priorizarse, entre otros, lo siguiente:

(i) Acuerdos para definir protocolos de bioseguridad respecto al comercio internacional.

(ii) Mejores protocolos de inspección de productos.

(iii) Agilizar los procesos relacionados al comercio internacional.

(iv) Facilitar las transacciones de comercio electrónico.

Las medidas antes indicadas resultan no sólo son útiles para que los productos necesarios lleguen a la población y para mejorar nuestra alicaída economía; sino que también ofrecerían una herramienta para poder competir en mejores términos con otros terminales.

En efecto, de acuerdo con el informe denominado “Los efectos del COVID-19 en el comercio internacional y la logística” emitido por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) [3], podemos observar lo siguiente con relación a la variación interanual del volumen de mercancías transportadas por camión:

Dicha disminución se explica de acuerdo con la CEPAL por: (i) la menor actividad económica y la paralización de sectores vinculados a la construcción, el turismo, el transporte de combustibles y las autopartes; (ii) a que los tiempos de carga, descarga y tránsito se han incrementado debido a medidas como el establecimiento de barreras sanitarias en los principales corredores de transporte; y, (iii) problemas de facilitación de procesos, desconocimiento de protocolos de tránsito o la restricción de los plazos de permanencia de conductores extranjeros en cada país.

En este sentido, identificar correctamente los puntos en los que nuestra logística es vulnerable, resulta vital para corregir los mismos, así como apostar por mejoras tecnológicas en este proceso.

Ello permitirá que no sólo la economía mejore, sino que los productos tengan un mejor y mayor acceso a la población; lo cual resulta vital en escenarios como el presente.

Después de todo, parafraseando al escritor Jack Kerouac, “la logística, eventualmente, deberá permitir que se llegue al mundo entero”.

[1] Para mayor información: https://www.weforum.org/agenda/2020/05/this-is-what-global-supply-chains-will-look-like-after-covid-19/

[2] Disponible en línea en: https://news.un.org/es/story/2020/06/1476442

[3] Disponible en línea en: https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45877/1/S2000497_es.pdf