Elección en dos tiempos

14/10/2019

Por Edgard Ortiz

Después de la crisis entre poderes de Estado y el cierre del Congreso, todo se resolvió muy rápido en favor del Poder Ejecutivo. El apoyo de las fuerzas armadas y la ciudadanía fueron determinantes. La estrategia del Congreso para designar un nuevo miembro del Tribunal Constitucional y modificar el escenario político fracasó por una implementación grosera y deficiente . Y aun cuando está pendiente de definirse la demanda competencial presentada por el presidente del Congreso, lo más probable es que ni siquiera se admitida o, de serlo, sea resuelta favorablemente al Poder Ejecutivo.

Definido el escenario, una presidencia resuelta convocó inmediatamente a elecciones para un nuevo congreso el domingo 26 de enero de 2020. En sintonía, el Jurado Nacional de Elecciones aprobó rápidamente el cronograma y estableció que no aplicarán las reformas de agosto de este año.

Algunos datos importantes de este cronograma. El 31 de octubre es la fecha límite para inscripciones de alianzas electorales y el 18 de noviembre para la presentación de listas de candidatos. Las listas admitidas se publican el 3 de diciembre y la fecha límite para la exclusión, renuncia y retiros de candidatos vence el 27 de diciembre. Es decir, la campaña durará un mes. La elección es inminente y nuestras autoridades electorales serán sometidas a un estrés institucional que pondrán a prueba el sistema electoral.

Ya se ha dicho que estas elecciones son fundamentales. Coincidimos. No es un periodo irrelevante, ni de mero trámite para el fin del quinquenio. Esta elección debe enfrentarse con responsabilidad para no hacer de este un periodo perdido, sino de definición democrática, de sacrificio por la institucionalidad.

Los ciudadanos debemos asumir que los cambios estructurales requieren enfrentar tensiones para asegurar el largo plazo. Por eso estas elecciones son importantes, porque deben asegurar que este momento político sirvió para asegurar la ruta para el largo plazo. Para que en el 2021 mantengamos el horizonte que tanto sacrificio ha costado y que permitió disminuir la pobreza en más del 50% y encaminarnos a la prosperidad económica. Pero ¿falta? Sí. ¿Hay políticas que corregir? Evidentemente. Necesitamos cambiar cosas para incluir más peruanos. Pero vamos por el camino correcto.

Pero la elección de 2020 es vital también en lo práctico porque el nuevo Congreso deberá elegir a los nuevos magistrados del Tribunal Constitucional; deberá hacer control de las medidas extraordinarias del Poder Ejecutivo; deberá finiquitar con éxito las reformas del sistema político y del sistema de justicia. Por eso debemos tener la posibilidad de elegir un Congreso digno del bicentenario.

En lo económico, el modelo social de mercado puede y debe mejorarse. Aún hay ineficiencias que impiden que más ciudadanos, especialmente los más vulnerables, se incorporen a la prosperidad. Para eso no necesitamos cambiar la constitución sino hacer más política y consolidar institucionalidad. La informalidad no se va a solucionar con buenas intenciones sino con eficacia de Estado y participación de la sociedad civil y el sector privado. Por ello es vital un congreso competente en 2020, porque ese congreso generará el preámbulo de las elecciones generales de 2021. Y de lo que se construya en lo que falta de este periodo presidencial, tendremos el marco de esa elección.

Si fracasamos, el ambiente para opciones más radicales se cimentará. Populismo de derecha o izquierda. Nefastos para libertades individuales y la prosperidad colectiva. Si se tiene éxito, será viable un nuevo gobierno cuyo objetivo será asegurar la democracia e implementar reformas de gobierno, sociales e institucionales que permitan aspirar a más prosperidad para más peruanos.

Para esto, los partidos políticos deben ser responsables. Deben abrir espacios para jóvenes en el 2020, acompañados de ser posible con políticos de experiencia que piensen sólo en el legado. Inmediatamente después, deberán trabajar técnicamente para presentar propuestas concretas para el 2021. Para que, como resultado de esa elección, se consolide una agenda mínima consensuada que permita implementar políticas públicas trascendentales en los primeros dos o tres años de gobierno. Debemos aprender la lección, sino todo será inútil.

Entonces, los partidos deben enfrentar estos dos procesos como una elección en dos tiempos. Dos momentos articulados en los que hay que mantener coherencia. Ambos fundamentales, porque sólo con un norte claro las fuerzas políticas podrán evitar a los ciudadanos una elección de confrontación y miedo en el 2021. Después de tanto sacrificio, los peruanos nos merecemos esto.


[1] Es de público conocimiento que el candidato votado es pariente del presidente del Congreso. No tiene experiencia constitucional. Y tiene serios cuestionamientos para participar en el proceso por mantener potenciales conflictos de intereses en causas relevantes en el Tribunal.