El día después de mañana

30/09/2019

Por Edgard Ortiz

30 de setiembre de 2019, un día para la historia. Pasó todo lo que tenía que pasar cuando las fuerzas de la política se llevan al límite. Desenlace ineludible cuando la generación del consenso fracasa, el disenso se impone y los espacios y opciones se acortan. Porque con posiciones extremas no queda más que jalar el gatillo. Ambos lo hicieron y hoy hemos sido testigos del fin del sistema político como lo conocemos.

¿Era este un final ineludible? La teoría de la generación del consenso dice que se pueden construir agendas mínimas lo que requiere intereses alineados. Pero ¿cabía esto en una situación de cisma político?

Algunos pueden cuestionar al Poder Ejecutivo porque resulta difícil distinguir los hechos de hoy de lo acontecido en 1992. Creo lo contrario. Este es un cierre constitucional. ¿Extremo? Probablemente. Pero constitucional.

No son las encuestas hablando. Es el sistema colapsando. Y la solución es el cambio. No lo quiso así el Congreso. Ahora las opciones son igual de cortas. Nuestro Parlamento desconocerá la disolución del Ejecutivo y continuará con la vacancia del Presidente. Para ello acudirá al Tribunal Constitucional porque el poder de gobierno de la sucesión dispuesta es limitado si no gestiona recursos. Buscará que la máxima corte se pronuncie sobre la constitucionalidad de los actos de hoy.

Pero ¿hubiera hecho todo esto el Congreso sin el cálculo de votos? Lo dudo. Así que debemos temer que está lejos el final de la crisis. Y si la vicepresidenta finalmente asume el cargo permanentemente, podemos cuestionarnos la viabilidad de un gobierno que fuera de Lima, -especialmente desde el Sur y la Selva- será visto como ilegítimo.

Es cierto que el contexto cambiará definitivamente cuando salgan a la luz los nombres de los congresistas atrás de los codinomes que Barata confesará entre el miércoles y viernes próximos. Esa presión social y política definitivamente incidirá sobre los magistrados neutrales del tribunal constitucional que deberán resolver el caso si llega a estas instancias.

Pero ¿qué después? ¿Barata seguirá confesando? Esperará a ver si el Poder Ejecutivo cumple el acuerdo con Fiscalía y el dinero de Chaglla le retorne. Y si es así, ¿habrá protestas?  O será que, si el Ejecutivo no cumple, ¿Barata confesará más nombres, pero del otro bando?

La crisis está lejos de solucionarse. Especialmente con los mismos actores. Por eso lo que hace falta es una regeneración de la política. Para ello el adelanto de elecciones generales parecía una salida eficiente. Hoy no es posible. Y mientras tanto la gestión de gobierno muy difícilmente mejorará. Pero creo que no debemos lamentarnos sino trabajar más para lograr la transición.

Se acabaron las cuerdas separadas entre economía y política. No puede haber más liberalismo sin república, capitalismo sin ciudadanía. Y para eso hay que recuperar la institucionalidad. Esa es la oportunidad en esta crisis.

A veces los humanos aprendemos de experiencias traumáticas. A los peruanos nos toca aprender rápido. Y es responsabilidad de nosotros los ciudadanos apurar el cambio generacional político. Refundar el liderazgo. Ser más activos en el control social. En la exigencia con nuestros líderes.

No hay sociedad civil, sector privado ni Estado que sean viables sin instituciones sólidas. Sin partidos políticos y una democracia transparente y representativa. No es posible país sin legitimidad.

El momento es difícil, pero siempre hay un día después de mañana. Nos toca asumir responsabilidad por omisión. Los peruanos debemos actuar desde donde nos encontremos. Nos toca exigir cambio. Esa es la oportunidad.