El Covid-19 y la política al 2021

02/05/2020

Por Edgard Ortiz

«Por supuesto, la pandemia del Covid-19 sigue siendo una emergencia de salud pública de preocupación internacional«. Declaración del 1 de mayo del Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La afirmación se sustenta en el acuerdo unánime del Comité de Emergencia sobre el Covid-19. [1] Esta declaración parece redundar en el Perú porque los números sólo aumentan. Con 1,124 muertos y 5,287 pacientes hospitalizados, de los cuales, 658 se encuentran en UCI con ventilación mecánica, es una obviedad. Sin embargo, la afirmación es todo menos evidente porque los países (incluyendo el nuestro), se preparan para reiniciar las actividades. Conviviremos con la pandemia y asumiremos las consecuencias. Pero, ¿hasta cuándo?

Un reporte publicado el 30 de abril por el Centro para la Investigación y Políticas de Enfermedades Infecciosas (“The future of the Covid-19 pandemic: lessons learned from pandemic influenza[2]), establece tres escenarios:

Escenario 1: A la primera ola de Covid-19 le sigue una serie de olas continuas más pequeñas durante un período de 1 a 2 años, disminuyendo gradualmente en algún momento en 2021. La aparición de estas olas puede variar geográficamente y puede depender de la implementación/levantamiento de medidas de mitigación. Dependiendo de la altura de los picos de las olas, esto escenario podría requerir la restitución periódica, así como la posterior relajación, de las medidas de mitigación durante los próximos 1 a 2 años.

Escenario 2: A la primera ola de Covid-19 le sigue una ola más grande en 2020 y una o más olas posteriores más pequeñas en 2021. Este patrón requerirá la restitución de medidas de mitigación en el último cuatrimestre de 2020 en un intento de reducir la propagación de infecciones y prevenir que los sistemas de asistencia sanitaria se abrumen. Este patrón es similar a los que se vieron con las pandemias de 1918-19, 1957-58, y; 2009-10.

Escenario 3: A la primera ola de Covid-19 en 2020 le sigue una «combustión lenta» de transmisiones y ocurrencia de casos, pero sin un patrón de onda claro. De nuevo, este patrón puede variar geográficamente y puede verse influenciado por el grado de medidas de mitigación implementadas en diversas áreas. Aun cuando este tercer patrón no se observó con pandemias de influenza pasadas, sigue siendo una posibilidad para el Covid-19. Este tercer escenario probablemente no requeriría la restitución de medidas de mitigación, aunque se seguirán reportando casos y muertes.

El documento termina afirmando que “(c)ualquiera sea el escenario que siga la pandemia (suponiendo al menos algún nivel de medidas de mitigación en curso), debemos estar preparados para al menos otros 18 a 24 meses de vigencia significativa del Covid-19, con la aparición periódica de puntos calientes en diversas áreas geográficas. A medida que la pandemia disminuya, es probable que el SARS-CoV-2 continúe circulando en la población y se sincronizará con un patrón estacional de severidad disminuida en el tiempo, como con otros coronavirus menos patógenos, tales como los betacoronavirus OC43 y HKU1, (Kissler 2020) y como los virus de pandemias de influenza anteriores lo han hecho”.

El estudio es importante aunque, puede que no definitivo. En estos meses hemos aprendido- a un alto costo- que no conocemos la enfermedad y, por tanto, debemos estar dispuestos a implementar medidas y corregir sobre la marcha aunque ello resulte contraintuitivo para los gestores públicos. Pero, aun con esta incertidumbre, debemos asumir precautoriamente que la enfermedad estará con nosotros hasta finales del 2021. Y aun cuando una vacuna puede crearse este año, la fecha para su distribución y aplicación a nivel mundial (con mayor razón, en el Perú), en el mejor de los casos, parece coincidir con el período estimado por el estudio para la convivencia con la enfermedad.

Entonces, ¿cómo afectará el coronavirus la vida política en el país? Creemos que será concluyente en el corto plazo y, por coincidencia con el cronograma político, también a mediano plazo. Esto por algunas determinantes básicas.

En primer lugar, es fundamental considerar que la opinión pública tendrá la sensación de que el gobierno fracasó. Si bien en general se reconoce que las medidas iniciales fueron duras -pero necesarias- y se adoptaron a tiempo, la impresión hoy es (y será) que no se logró controlar la enfermedad. La lógica común dice que si no puedes contener para desaparecer la enfermedad (el famoso R0 o número de reproducción o contagio, que debe ser menor a 1 para que la enfermedad desaparezca), entonces debes utilizar el tiempo para mejorar tu capacidad de atención (más hospitales, más camas, más UCI y ventiladores) mientras implementas medidas de distanciamientos social, prevención (máscaras, desinfección, pruebas, seguimiento) para vencer a la enfermedad.

Lamentablemente, los resultados a la vista generan una sensación de tiempo perdido y derrota. En la narrativa del gobierno esto parece injusto porque se señala que, de no haberse adoptado las medidas iniciales, las muertes hubieran sido más drásticas. Esto, sin embargo, parece un argumento fútil cuando las muertes igual nos alcanzaron y ahora sólo se multiplican sin control, siendo esto más dramático por las condiciones sanitarias en que se da y las acusaciones de corrupción que empiezan a aparecer. Se hace obvio que la enfermedad fue más fuerte que cualquier medida de contención o intento de mejora del sistema de salud.

Esto será peor si se considera que la enfermedad podrá mitigarse razonablemente en el “mundo formal” y/o de condiciones socioeconómicas más privilegiadas. Ahí, las condiciones de vida permitirán adoptar medidas de control como distanciamiento social, uso de equipos de protección personal, omisión de puntos de contagio (mediante el uso de herramientas virtuales como el teletrabajo, compras por internet o el uso de vehículos personales), gasto en limpieza y desinfección, control mediante pruebas continuas (moleculares y serológicas). Lamentablemente, esta realidad es ajena para los peruanos menos afortunados. Y si antes no había interacción entre ambos mundos, post coronavirus, esa realidad será peor.

Ante esta situación, es lógico pensar que el gobierno será culpado por la gran mayoría por el fracaso. Es lo típico. Pero, ¿el gobierno asumirá la culpa sin contra argumentar? No lo creemos. El gobierno ha demostrado que sabe salir de las crisis episódicas (no las de gestión) con narrativas. Está crisis no será la excepción y al menos lo intentará. Podemos esperar que se busque un culpable, porque cuando el sistema político es frágil, las crisis requieren culpables rápidos para mitigar la presión social. Entonces, con discursos agotados de un congreso obstruccionista y un sistema de justicia corrupto, se deberá apuntar al sospecho común: el sistema económico.

El discurso se hace evidente. Será el sistema liberal instaurado desde los noventas el culpable del precario sistema de salud, la informalidad y las diferencias sociales, de la migración en condiciones frágiles. Será el sistema económico instaurado por los políticos que hoy enfrentan (y escapan) de la justicia. No será el gobierno que ya tiene dos años. Porque se alegará que es insensato culparlo por 30 años de indiferencia. “Que no sean frescos” se escuchará. Esa será la narrativa. Y los extremos coincidirán, porque en la crisis uno advierte que los extremos se unen. Ya no será un debate de izquierda o derecha, será un debate de populismos. Ambos manejan un discurso similar: el Perú para los peruanos, economía nacional, más trabajo para peruanos.

Y como el Covid-19 nos acompañará durante el 2021, esta narrativa será el punto de ignición y sombra recurrente de la campaña al 2021 y del próximo gobierno. Por eso el impacto en el corto y mediano plazo. Porque definirá las medidas en los meses próximos, pero definirá también la elección de 2021. Es que el Covid-19 desnudó el sistema y en un momento de crisis lo mostró como es: injusto, poco solidario, desarticulado, individualista. La élite peruana jamás se comprometió con el país y ahora pagará las consecuencias de esa indiferencia. La política que había tercerizado ya no la podrá recuperar.

Y en este escenario, donde el gobierno quiere llegar a julio de 2021 con una popularidad importante (¿para no ceder a la posibilidad de un retorno en 2026?), competirá con los políticos que quieren ascender al poder, incluyendo los que están en el congreso. Esto es lamentable porque lo que se requiere es la formación de coaliciones para la toma de políticas consensuadas de largo plazo. Pero no será así, la falta de sentido de permanencia del gobierno lo hace poco sensible al largo plazo y por eso competirá. Serán meses de concurso por la simpatía popular. Lo acabamos de ver con la pugna por las AFP y el impuesto solidario. No fue un debate de fondo, fue un intercambio por más puntos en las encuestas.

Entonces, nuestro fracaso para enfrentar coronavirus que es estructural, tendrá efectos en el horizonte político hoy y mañana. El populismo moderado había podido calmar el malestar hasta hoy, pero es claro que no será suficiente para frenar la arremetida por frustración social post Covid-19. El Congreso y los políticos que aspiran al 2021 sienten un Ejecutivo débil y lo quieren superar. Por su parte, el gobierno responderá.

Esta dinámica de competencia y ausencia de trabajo articulado y de formación de coaliciones pondrá el punto de equilibrio político a niveles populistas sensibles con miras al 2021. El último semestre del 2020 será sólo el inicio. Y, lamentablemente, todo indica que sus efectos incidirán en quién será elegido el 2021 lo que generará un impacto de mediano plazo. Lamentablemente el Poder Ejecutivo no tiene incentivos para el largo plazo y hoy sólo tiene en mente dos fechas: el fin de su gobierno en julio de 2021 y su potencial regreso en 2026.

[1] De acuerdo con las normas de la organización, cuando hay un evento que se determina preliminarmente como una emergencia de salud pública de interés internacional, el Director General de la OMS debe buscar las opiniones de un Comité de Emergencia ad hoc.

[2] https://www.cidrap.umn.edu/covid-19/covid-19-cidrap-viewpoint