Del pututo al quipu y del quipu al guaipe

Un análisis semiótico del gobierno de Pedro Castillo

19/08/2022

Por Rubén Cano

1. El pututo.

Antes de iniciar lo que sería mi segunda gestión como Secretario de Comunicación Social (SCS) de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), en noviembre del 2021, durante la gestión de Mirtha Vásquez, supe por información de la propia secretaría que el equipo del presidente Pedro Castillo había solicitado que se trabaje el logo de gobierno sobre la base del pututo como símbolo. Cuando supe ello, inmediatamente me embarqué en la hermosa e íntima tarea de realizar un análisis semiótico de esta figura y prever sus implicancias políticas, adelantándome en buscar alternativas al respecto, las que sin duda se iban a requerir.

El pututo es un instrumento andino de viento en función al uso que le daba la población andina del Tahuantinsuyo, pero su identidad natural lo reduce a un molusco marino o lo que comúnmente se conoce como concha. Además de la criolla acepción actual que ese significado y su significante iban a cargarle al gobierno en ese momento (“el gobierno de la concha”), una figura a todas luces completamente negativa y sugerente, por decirlo menos, lo más grave era la percepción simbólica a la que remite un pututo y su sonido desde el punto de vista político: la guerra.

En efecto, este instrumento era usado no solo para actividades religiosas o ritos relacionados al agua y su ciclo vital sino también como un instrumento que anunciaba, además de la llegada del chasqui o mensajero del Inca, la llegada de sus ejércitos en sus arremetidas a alguna de las regiones por conquistar.

Sea desde la ignorancia o desde el absoluto conocimiento de lo que ello significaba; o incluso, desde un punto medio que podría haber sido el sentir más profundo que salía del forro del presidente Pedro Castillo y sus allegados, era claro que no era para nada oportuno alimentar con vientos de guerra el ambiente de polarización que ya devenía de la campaña electoral. No tengo claro si es que la propuesta del pututo era de conocimiento del premier de ese entonces, Guido Bellido, pero bien pudo haberlo aceptado dado su claro desinterés por la comunicación de gobierno pues en toda su gestión no se nombró al funcionario que lideraría la comunicación del Poder Ejecutivo. No era oportuno desde mi mirada ni desde la de Mirtha Vásquez, la premier que sucedería en el cargo a Bellido, que luego de nombrarme, estuvo de acuerdo con el hecho de que el pututo, desde donde se mire, no era el símbolo más conveniente para el gobierno, inclusive, aunque el propio presidente lo hubiese querido.

2. El quipu.

Como hombre precavido que vale por dos, previendo el llamado de la selva para ocupar el cargo de secretario de comunicación social en la gestión de Mirtha Vásquez, trabajé días antes en diferentes alternativas. Pero no cabía duda, una se impuso por goleada: la del quipu. Como le expuse a la premier en una presentación bastante exhaustiva acerca de las desventajas del pututo y las ventajas del quipu, sustenté claramente el por qué esta imagen, a todas luces muy distinta, calzaba de manera perfecta.

El quipu en líneas generales es una herramienta de gestión pública. Es más, fue la herramienta de gestión pública del incanato. Desde el punto de vista de su funcionalidad, fue tanto una herramienta de registro y control administrativo y contable, como también una herramienta de enseñanza y transmisión de conocimiento, tradiciones y ritos que constituyeron la cultura andina. Como símbolo que dignifica la gestión pública, es muy potente. Era usado por el funcionario público de la época, el asesor del inca, el quipucamayoc, el único capacitado para poder descifrarlo. Incluso, existen estudios que lo constituyen como la única forma o herramienta de comunicación tridimensional. Así de trascendental es el quipu, además de un objeto hermoso por naturaleza.

Si se analiza desde el punto de vista meramente estético y formal, está constituido por una serie de cuerdas y nudos, los que claramente pueden representar la unión de los peruanos en una gran red solidaria a través de la que se transmite cultura, historia e identidad. Y como para consagrar la propuesta, el vínculo que existe entre el quipu y un profesor de escuela rural era más que evidente, casi calzado bajo un halo de misticismo cósmico andino.

De esta forma, el eslogan caía por su propio peso. Nuestra propuesta quedó en “Unidos con el pueblo”, remitiendo la idea a la figura de cuerdas unidas en una red a través de nudos, así como deberían los ciudadanos estar unidos entre ellos y con el gobierno que venía del pueblo.

3. Unidos con el pueblo. Siempre.

Luego del visto bueno de la premier y todo su equipo de asesores, la experiencia le dice a uno que antes de llevarla al Consejo de Ministros, se convenza al círculo del presidente primero. Hasta ese momento, el único interlocutor de mayor confianza del presidente Castillo vinculado al tema de la comunicación era Franco Pomalaya, quien lo había acompañado en campaña y con el que había construido una estrecha e íntima relación. Sé de ello por las conversaciones con el propio Pomalaya que siempre se mostró educado y receptivo, transmitiendo un alto nivel de madurez a pesar de su corta edad. Luego de presentarle la contrapropuesta de logo en la que descartábamos de plano la idea del pututo que había nacido en su círculo y planteábamos la del quipu, mostró un gran interés por el trabajo de la SCS. En líneas generales, la propuesta fue tan contundente que la aceptó y señaló que la revisaría con el presidente.

Pocos días después volvió a llamarnos a decirnos que el presidente había aprobado la propuesta, lo que dio lugar a una conversación mucho más larga, en la que me contó su experiencia con Castillo cuando era candidato, los avatares que pasaron en campaña y todo lo que costó ganar las elecciones. Eso daría para otro artículo. Lo interesante de esto fue que el quipu ya se había ganado su espacio incuestionable antes incluso de presentarlo en Consejo de Ministros. El único detalle que quiso ajustar el presidente era cambiar “Unidos” por “Siempre”, con lo que no estábamos de acuerdo, pero en lo que no íbamos a hacer cuestión de Estado, dado que ya se había logrado imponer el quipu sobre el pututo. Luego de ello, la presentación en el Consejo fue un mero trámite. Intentamos combinar el pedido del presidente con nuestra propuesta, planteando “Unidos con el Pueblo. Siempre.”. Pero luego de mi intervención de sustento, el propio presidente se opuso y quedó como ya todos saben: “Siempre con el Pueblo”.

4. El guaipe.

La gestión de Mirtha Vásquez duró un poco más de tres meses que fue lo que duró mi gestión en la SCS. En ese período pudimos lanzar tan solo una campaña masiva –“Vacunadas y Vacunados Unidos”–, que logró un impacto bastante importante en determinados indicadores a pesar de ser de muy bajo presupuesto y lanzarse casi a fin de año; y algunas campañas orgánicas, principalmente vinculadas a la conflictividad social y la emergencia del derrame de petróleo en el mar de Ventanilla.

Como referencia, en la gestión previa que tuve en la SCS en un período exacto de tres meses, entre agosto y noviembre del 2020, lanzamos cuatro campañas masivas nacionales. La diferencia es notoria y depende claramente de lo que tenga que contar el gobierno. El gobierno de Pedro Castillo no tenía nada que contar, incluso respecto de sus propias banderas políticas, hablo de la supuesta Segunda Reforma Agraria o la renegociación de los contratos con el consorcio privado que explota los yacimientos gasíferos de Camisea. Y no ha tenido nada que contar porque no ha habido avance alguno en sus propias propuestas.

Peor aún, la coyuntura mediática alrededor del gobierno se fue enrareciendo producto de una serie de denuncias que iniciaron con los videos de la casa de Sarratea en la que despachaba con lobistas vinculados a millonarios proyectos de inversión pública, pasando por la mafia de los ascensos en la Policía Nacional, entre varios otros que, a estas alturas, se han multiplicado a seis investigaciones fiscales y una infinidad de denuncias.

Estas fueron, ya en febrero de este año, los motivos por los que la premier Mirtha Vásquez y el ministro Avelino Guillén, entre otros, renunciaron a sus cargos, luego de una extensa lista de oportunidades y exhortaciones por transparentar la gestión, incluso hasta el secreto bancario. Con ellos se terminó la cruzada por el quipu y éste se fue reduciendo a un retazo maltrecho y despedazado por los ayayeros de turno que van cambiando como si se tratara de una burda partida de cartas. El quipu se convirtió en un guaipe que viene absorbiendo la embarrada del derroche, la descarga producto de la embriaguez del poder.