Buen gobierno corporativo en empresas públicas: ¿Es posible?

04/02/2020

Por Jesús Vidalón

Más allá del válido debate de larga data respecto de la conveniencia o inconveniencia de mantener empresas públicas, la realidad es que estas existen y seguirán existiendo.  Por tanto, es relevante clarificar su rol y analizar los factores que determinan su desempeño. El principal, tal vez, es el buen gobierno corporativo. ¿Este es posible en una empresa pública?

Empresas públicas relevantes en el Perú

En el Perú hay al menos 83 empresas públicas relevantes, considerando entre estas a las 34 del Gobierno Central que están bajo el ámbito de FONAFE y a 49 empresas prestadoras de servicios de saneamiento de accionariado municipal[1].

De acuerdo con la información de FONAFE y OTASS, las empresas públicas tienen una importante presencia en servicios públicos como saneamiento (100% de usuarios finales), electricidad (63% de los usuarios y 20% de la energía producida), salud (37% de los asegurados); y en otros sectores como el financiero (38% de los créditos hipotecarios).

Las principales empresas públicas en el Perú son SEDAPAL, ELECTROPERÚ, BANCO DE LA NACIÓN, ESSALUD (que, sin serlo en rigor, funciona como una empresa pública), FONDO MIVIVIENDA, entre otras.

Las empresas públicas no tienen como único rol el de generar adecuados resultados económicos. Deben cumplir con el propósito para el cual fueron creadas ofreciendo servicios de calidad y creando valor público.

El reto es encontrar el equilibrio entre la creación de valor económico y valor social.  Así, por ejemplo, no es suficiente que el Fondo Mivivienda sea rentable, si es que no cumple de manera efectiva con la misión encomendada, que es “promover el acceso a la vivienda única y adecuada, principalmente de las familias con menores ingresos…”.

Asimismo, no es adecuado que una empresa de agua potable solicite cada vez más aportes o subsidios del Estado para alcanzar un 100% de cobertura de servicios en su área de influencia, mientras mantiene un muy alto nivel de agua no facturada y/o tarifas muy por debajo del costo eficiente de proveer el servicio.

Importancia y retos del buen Gobierno Corporativo

Alcanzar un alto desempeño en ambas dimensiones no es posible sin un buen gobierno corporativo.  Este, en términos simples, implica una estructura y procesos de dirección, autonomía y control basados en:

  1. una adecuada distribución de derechos y responsabilidades entre todos los estamentos de la empresa, y;
  2. un marco sólido y transparente de rendición de cuentas, en todos los niveles.

De esta forma, accionistas, directorio, gerencia, trabajadores y otros grupos de interés, tienen garantizadas las condiciones para una adecuada toma de decisiones, disponiendo de la información relevante y a la vez respetando los roles y la actuación de los otros estamentos, velando todos por la creación de valor económico y el cumplimiento de la misión empresarial.

Esto, que suena bien, no es tan fácil de lograr.  Hay muchos riesgos que mitigar.  Entre estos:

  • Cumplimiento inadecuado del rol del propietario. Problema que se presenta por ejemplo en las empresas de agua potable, en las que la injerencia las autoridades locales puede impedir una gestión técnica y eficiente. Este riesgo ha sido relativamente controlado con la creación de OTASS. No obstante, aún hay trabajo por hacer debiendo además prevenirse el riesgo de injerencia política de nivel nacional.

 

  • Distorsiones en el mercado por falta de igualdad de condiciones para empresas públicas y privadas, lo que debe prevenirse con un adecuado marco regulatorio aplicable a los agentes, independientemente de su régimen de propiedad.

 

  • Escasa rendición de cuentas en todos los niveles empresariales. Problema que a su vez genera una débil concientización respecto de la necesidad de alcanzar efectividad en los resultados empresariales y respecto de la alta responsabilidad que representa el manejo adecuado de los recursos financieros de las empresas públicas. Sin rendición de cuentas verdadera la gestión no responderá al propósito empresarial ni al interés público.

 

  • Distorsiones en el ejercicio de las competencias. Así, podemos tener por ejemplo directorios, o administraciones, excesivamente conservadores que no asuman riesgos, por temores respecto de futuras responsabilidades, mediatizando el carácter empresarial de la organización.  O directorios o administraciones que por actuar con agilidad o por tener otro tipo de interés relativicen el cumplimiento normativo y la buena práctica empresarial.

Los códigos de buen gobierno corporativo y los manuales de transparencia y rendición de cuentas están hechos para prevenir estos riesgos.  FONAFE y OTASS están trabajando en estos temas, inspirados en las directrices de OECD, CAF y otras instituciones. El reto es que los códigos sean efectivamente aplicados en todos los estamentos empresariales.

[1] Existen otras empresas como las Cajas Municipales de Ahorro y Crédito, de las que se puede extraer experiencias principalmente positivas, que tienen un régimen diferente y requerirían un análisis particular.