Autopsia de los partidos (II): Réquiem por Acción Popular
21/09/2022
El pasado 21 de julio, María del Carmen Alva, acciopopulista por linaje, en uno de sus últimos actos como presidenta del Congreso, organizó una “Conmemoración a Personalidades”, para entregar la medalla de honor del Congreso a ocho ciudadanos, entre ellos el también acciopopulista y expresidente del Congreso Manuel Merino. Inicialmente, eran nueve los homenajeados, pero uno de ellos declinó: el Dr. Uriel García Cáceres, médico, científico, ex ministro de salud y también acciopopulista; miembro de la generación de fundadores del partido.
Uriel García —mediante carta dirigida a la entonces presidenta del Congreso— fue explícito en sus razones: “debo declinar… debido a mis indeclinables principios democráticos aprendidos al lado del fundador de mi partido, Fernando Belaúnde Terry, al considerar que las actuales instituciones tutelares del estado peruano han perdido legitimidad y ya no representan la voluntad auténtica del pueblo peruano”.
Acción Popular, en sus orígenes, fue un partido reformista y anti oligárquico; el partido de las clases medias y profesionales. Nunca tuvo gran fortaleza ideológica o doctrinaria, no obstante, fue muy eficiente en la arena electoral y tuvo gran capacidad organizativa. Y, aunque con el correr del tiempo se fue derechizando, nunca dejó de ser un partido de indeclinables principios democráticos —como le recordó Uriel García a María del Carmen Alva en la mencionada epístola—, por lo menos mientras el partido estuvo liderado por Fernando Belaúnde Terry y, después, cuando Valentín Paniagua se convirtió en la otra gran figura relevante del partido.
Como la mayoría de partidos del siglo XX, Acción Popular fue afectado por la crisis de representación de los partidos de fines de la década de 1980 y el colapso de estos mismos partidos de inicios de la década de 1990. En las elecciones de 2000 y de 2001, el partido de la lampa solo obtuvo tres escaños, en cada caso. En las elecciones de 2006 —formando parte del Frente de Centro, con Somos Perú y la Coordinadora Nacional de Independientes—consiguió tres escaños. El 2011 no tuvo ningún congresista y en 2016 obtuvo cinco.
Pero un hecho casi fortuito, que en las elecciones municipales de 2018 Jorge Muñoz haya ganado la alcaldía de Lima postulando por Acción Popular —en donde se inscribió poco antes de ser candidato, tras explorar otras tiendas políticas—, significó el reposicionamiento de Acción Popular como marca política. Luego de ello, en las elecciones extraordinarias de 2020 obtuvo 25 escaños; y en las de 2021 obtuvo 16.
Esa bonanza electoral, sin embargo, solo sirvió para evidenciar las graves e insalvables divisiones que afectan a Acción Popular. En el periodo 2020-2021, la bancada de Acción Popular solo lo fue de nombre. En los hechos, funcionó como si fueran dos o tres bancadas diferentes. Tal situación subsiste en el actual Congreso. Pero también evidenció que varios de los sectores del actual Acción Popular muy poco tienen que ver con sus principios fundacionales.
Algunas facciones del partido —donde están los grandes apellidos—, terminaron mimetizándose con los sectores más conservadores de la sociedad: golpistas, reaccionarios, antiderechos, contrarreformistas. Otros sectores —como aquellos conocidos como “Los Niños”— terminaron formando parte de un esquema corrupto de intercambio de favores con el actual gobierno caquistocrático. Cierto, también hay sectores decentes, pero lamentablemente no parecen ser los que predominan en el partido.
Frente a tales hechos, se entiende a cabalidad la decisión del centenario miembro de la generación de fundadores de Acción Popular Uriel García Cáceres de declinar del homenaje que pretendía hacerle María del Carmen Alva, poniéndolo al costado de Manuel Merino. Probablemente, la carta de Uriel García no solo sea una misiva, sino el acta de defunción de uno de los grandes partidos peruanos del siglo XX.