Ad portas de la tormenta perfecta

16/05/2020

Por Edgard Ortiz

Viernes 15 de mayo de 2020. Nota de Prensa N° 63 del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). “En marzo del presente año, la producción nacional disminuyó en 16,26% en comparación con similar mes del año 2019, luego de 127 meses de crecimiento continuo, afectado por la Emergencia Sanitaria Nacional establecida ante la presencia del COVID 19 en el país[1].

El documento agrega: “La producción nacional, en marzo de este año (-16,26%), estuvo influenciada por la menor producción del sector Primario (-15,18%), sector Secundario (-36,44%) y Servicios (-9,22%).” … Es un golpe durísimo de realidad.

Frente a este escenario el exministro Tuesta formula una pregunta: “¿Cómo será abril?”. Y remata con un duro comentario: “Por el momento este es el efecto más tangible e inmediato de nuestra cuarentena[2].

La flor la recogen dos exfuncionarios bien conocidos en el jirón Lampa. Primero, Luis Alberto Arias contesta la pregunta adelantando números para el mes de abril: “Recaudación TP -36.4; Consumo nacional de cemento -99.4; Gasto Público Bienes y Servicios -9.8; Gasto Público Inversión -57.6”. [3]

Luego, el exministro Segura acota el comentario con data negativa de empleo y afirma que esta es “(…) más tangible aún, lamentablemente…”. Se refiere al Informe Técnico de Situación del Mercado Laboral en Lima Metropolitana publicado el mismo 15 de mayo [4] por el INEI. Según este documento “(e)n el trimestre móvil febrero-marzo-abril de 2020, la población ocupada se redujo en 25% (1 millón 216 mil 600 personas) al compararla con similar trimestre del año 2019, cifra que refleja el impacto de la pandemia COVID 19. (…) La población ocupada masculina, se contrajo en 24,9% (666 mil 400 personas) y la población ocupada femenina en 25,1% (550 mil 200 personas)”.

Es cierto lo que afirma el exministro Segura. Es un golpe más duro aún. Toda esta información es pública y oficial y, a diferencia de los datos del Covid19, son de más fácil acceso. Entonces, preparémonos para su discusión en cada publicación durante los próximos meses.

Los resultados pueden entenderse rápidamente como consecuencia del inmediato alto total de la economía ante la reacción del gobierno frente a la pandemia. Pero, es claro que a medida que se intensifique la crisis y la información lo exponga, será materia de nuevas e incisivas críticas de expertos y ex funcionarios de estado que apuntarán que el esfuerzo popular que implicaron nunca estuvo acompañado de claros resultados en el control de la enfermedad.

El ciudadano puede soportar moralmente el golpe económico si pudiera compensar el sentimiento de pérdida con una esperanza real de mejor futuro (al percibir que la enfermedad se controló). Esto tiene que ser claro porque la sensación de pérdida siempre es mayor y más intensa que la sensación de ganancia. Lamentablemente, esto no sucede así. Como dijimos en este espacio antes, el argumento del ahorro de muertes pudo ser cierto pero, con el tiempo y resultados a la vista, es claramente insuficiente y esto pondrá a prueba el modelo económico y las elecciones de 2021.

Sin embargo, como queda acreditado con la data del INEI, ahora, en adición a la crisis de gestión de gobierno, se sumará la crisis económica que está aquí con certeza. Se forma así la tormenta perfecta social y política con miras al 2021. Esa que muchos no creían posible a finales de 2019 y que hoy se hace realidad.

Los números no mienten y el futuro de corto plazo es incierto. Porque, si algo debe ser claro en el Ministerio de Economía y Finanzas, es que un alto súbito a la economía no se recupera inmediatamente porque cualquier medida de respuesta como el gran gasto en inversión y el incremento del gasto corriente demoran, son limitados o no tienen efectos en el mundo informal. No estamos hablando de apagar y encender un interruptor, hablamos de la economía nacional y ahí la lógica es distinta.

Entonces, cuando se afecten más los empleos, cuando las micro y pequeñas empresas colapsen, cuando incluso el mundo formal empiece a sucumbir con más suspensiones perfectas de labores, despidos y quiebras, o cuando el mundo informal no sirva más de válvula de liberación de presión social, entonces, súbita e indefectiblemente todo se discutirá y todo se pondrá en duda: tipos de liderazgo, modelos y sistemas de gobierno, relaciones sociales y convivencia nacional. Todo se cuestionará.

José María Serrano Sanz señala que “(u)na crisis económica de envergadura que se prolonga en el tiempo, acaba siendo interpretada por la sociedad que la padece en clave de fracaso de las políticas y las instituciones vigentes al comienzo de la misma. Esa interpretación genera una dinámica de cambio por la que, de manera natural, se cuestionan muchas de las ideas y las instituciones dominantes en la situación anterior. Si la crisis se convierte en muy intensa suele producirse un movimiento pendular en la percepción colectiva de cuáles son las mejores formas de organización social. En particular, y en lo que a la economía se refiere, sobre el papel que deben jugar, respectivamente, la iniciativa privada y el sector público en la toma de las decisiones económicas. Si al comienzo de la misma dominaba el libre mercado, se abre camino la idea de que era un error confiar en tal sistema como motor de la actividad económica y debe tenderse a primar el papel de lo público, y viceversa[5].

Entonces, el Covid19 lo ha cambiado todo y hay que ser ciegos voluntarios para no verlo. Nunca estuvimos preparados. Son décadas en las que las élites renunciaron al Estado y lo condenaron al fracaso. Ahora, enfrentaremos las consecuencias. Y no estamos preparados porque seguimos cometiendo los mismos errores de siempre. No hay acto de contrición, ni visión de largo plazo. Hoy sólo para prevenir los contagios nos preocupamos por entender cómo vive el otro. Pero, no es una preocupación real, es una preocupación de miedo. Carece de legitimidad. Y aun con toda la información a nuestra disposición seguimos equivocándonos en el diagnóstico. Porque no vemos al otro como uno y no nos cuestionamos los privilegios.

Siendo así, el escenario está servido para el populismo más crudo. Sea de derecha o de izquierda. Dependerá del tipo de liderazgo que se imponga post Covid19. Y dependerá también de la oferta que logre contrastar más con el status quo en este tiempo político. Intuimos que será un liderazgo de mano dura, nacionalista, pragmático, sin atadura visibles a las élites, que prometa cambio, que quiera más Estado, que ofrezca gastar, que reniegue del Fujimorismo, Humalismo, PPKcausismo y de la corrupción de siempre. Se impondrá la promesa que cumpla con satisfacer el más básico Maslow político: comida (empleo) y seguridad.

Eso es lo que viene después de tanta muerte y el fracaso del Estado. Ese es el legado post Covid19 que nos espera. Algo que ningún partido político pudo lograr pero que la enfermedad con su inmisericordia, catalizada por el embiste populista, indefectiblemente conquistarán. Advertidos estamos.

[1] http://m.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/noticias/nota-de-prensa-n-063-2020-inei.pdf

[2] https://twitter.com/tuestadavid/status/1261359976498425857?s=20

[3] https://twitter.com/LAlbertoArias/status/1261387978628194304?s=20

[4] https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/boletines/05-informe-tecnico-n05_mercado-laboral-feb-mar-abr.2020.pdf

[5] Serrano Sanz, José María. (2017) Crisis económica y populismos.