Después del martillazo… bailemos para cambiar

21/04/2020

Por Juan Carlos Cortés Carcelén.

Hace pocos días en un webinar organizado por la Universidad Continental en el que se reflexionó acerca del teletrabajo y el trabajo remoto, sostuve una posición sobre nuestro posible futuro que causó, por los comentarios posteriores, sorpresa o se consideró que mi afirmación era equivocada. No saben cómo me gustaría en un futuro próximo darle la razón a aquellos que me criticaron.

¿Qué fue lo que dije? Diversas publicaciones y personas afirman que el Perú, y el mundo, ya no va a ser el mismo. La pandemia que estamos viviendo y sufriendo generará un cambio en nosotros y en nuestro entorno, que apreciaremos y valoraremos otras cosas, que seremos un país distinto, supuestamente mejor; que utilizaremos la tecnología y seremos más conscientes de nuestros recursos y de nuestra salud; que la educación cambiará a una de carácter virtual; que el trabajo no será presencial y que trataremos de resolver nuestros problemas de una manera diferente. Al parecer, cuando salgamos de esta, seremos mejores.

Sobre la base de nuestra reciente historia me permito discrepar de la posibilidad de grandes cambios o de modificaciones que nos hagan ver nuestro derrotero de diferente manera. Ciertamente, habrá cambios en el uso del teletrabajo, más conferencias virtuales, mayor incidencia en la virtualización en la educación o el uso de la teleducación; en lo inmediato, mayor recelo frente al otro “posible contagiante”, por dar ejemplos. Pero no me refiero a estos cambios importantes, sino a aquellos que logren una modificación sustancial de mirar al país y de resolver nuestros grandes problemas.

No pretendo cargar la culpa a nadie, o en todo caso plantear nuestra propia culpa colectiva.
¿En qué me baso? Solo a manera de ejemplo les planteo algunas evidencias:

1. En las últimas décadas hemos sido constantes en nuestras elecciones políticas. Desde una mirada hacia atrás nos hemos equivocado constantemente. Hemos elegido de manera irracional, inclusive hemos vuelto a votar por aquellos que sentimos que nos habían hecho un daño. Teniendo ad portas las nuevas elecciones generales lanzo la pregunta: ¿Vamos a cambiar?

2. Hemos pasado por tiempos muy difíciles: terrorismo, crisis económicas, terremotos, huaycos, Niño, Niña, Niño costero, friajes, etc. ¿Hemos cambiado? Algunas estampas: ¿Qué aprendimos realmente de la época fuerte del terrorismo? ¿Las ciudades afectadas por el terremoto del 2007 se reconstruyeron totalmente? ¿Se ha podido construir varios años después de los problemas climáticos que afectan principalmente el norte? ¿Todos los años no escuchamos en la radio la colecta de frazadas para ayudar a nuestros compatriotas víctimas del friaje?

3. ¿No podríamos seguir escribiendo los siguientes capítulos de la Historia de la corrupción en el Perú de Alfonso W. Quiroz? Aún ahora en la era de COVID-19 ¿no escuchamos denuncias sobre autoridades corruptas y, que hay personas o empresas que están “aprovechando” la ocasión para hacer más dinero a costa de los demás?

4. ¿No es cierto que seguimos siendo poco solidarios en muchos aspectos, a pesar de que decimos que el peruano es muy solidario, y ciertamente mucha gente lo es? Me refiero al ADN como país.

5. No pretendo criticar en absoluto a quienes están gestionado está crisis, entiendo lo difícil que es. ¿No pudimos estar mejor preparados para algo que podía suceder? Y obviamente la responsabilidad es del país, no de nuestros actuales gobernantes, los excede a ellos.

Creo que podría seguir, y es más ustedes podrían ayudarme a seguir con los ejemplos.
Solo el optimismo no será suficiente. Tampoco, solo los temas externos, incluido el COVID-19, harán que cambie nuestra actitud y nuestra mirada del país.

Entonces, mi afirmación resultaría verdadera salvo que, por ejemplo:

1. En la próxima calamidad, por hechos de la naturaleza o hechos del hombre, porque sucederá de todas maneras, no digamos que no tenemos camas para atender a las personas afectadas o que no tenemos medicinas para todos o que éstas son muy caras.

2. Un número significativo de estudiantes estén dedicados a las ciencias, a la investigación.

3. No exista ningún escolar que haya acabado el año escolar sin haber leído tres libros completos.

4. Disminuya radicalmente el número de mujeres, niñas y niños muertas por violencia.

5. Adoptemos medidas, en consenso, para disminuir la desigualdad económica y social en el país, y el desarrollo abarque a más personas.

6. La tecnología sirva para mejorar la calidad de los servicios al ciudadano y para evitar efectivamente la corrupción.

Y obviamente ustedes también pueden seguir con los ejemplos y priorizarlos. Pero lo importante es: o seguimos siendo los mismos hasta el próximo confinamiento o llegamos a una reflexión individual y a un consenso colectivo que nos brinde un futuro mejor como país, y eso quiere decir, a nuestros ciudadanos, a nosotros mismos.