La reforma política de Lima Metropolitana

20/02/2020

Por Saúl Barrera

Muchas veces solemos asumir que centralismo y centralización son sinónimos. Y no es así. Mientras el centralismo tiene una connotación económica, la centralización se encuentra relacionada al ejercicio del poder político.

Es cierto, ambos se encuentran relacionados: la descentralización política ayuda a combatir el centralismo económico. A su vez, una centralización política, puede alentar y reforzar el centralismo económico. Son conceptos muy ligados, pero distintos.

En el caso de nuestro país adolecemos aún de ambos problemas: persistimos en un centralismo económico (Lima), y tenemos también un Estado aún centralizado, donde el Gobierno Nacional sigue concentrando las mayores prerrogativas estatales. Basta mirar las cifras presupuestales para verificar que, durante el período 2015 a 2019, el Gobierno Nacional ha manejado en promedio el 61% del presupuesto público. Incluso, este año 2020, dicho porcentaje se ha elevado al 68,8%, de acuerdo al portal de Transparencia Económica del MEF. Y cada año las autoridades cumplen con afirmar que el presupuesto se “descentraliza” más.

A diferencia de otros países, donde los gobiernos locales asumen la prestación de los servicios públicos básicos como salud, educación, seguridad interna, saneamiento, comunicaciones, transporte, hasta acciones vinculadas a la competitividad económica de su territorio; en nuestro caso ello no ocurre. Aquí se ha reducido el rol de los gobiernos locales a la prestación de determinados servicios, como son la limpieza pública, el mantenimiento de los parques públicos, el serenazgo; y, en ámbitos como el desarrollo urbano, tránsito y la fiscalización de la normativa municipal, además de otras competencias menores. Así, la vida de los ciudadanos no se ve impactada en el por el rol que juegan los gobiernos locales, en el mismo grado y como sucede en otras ciudades del mundo.

Y, el territorio local que más sufre con ésta centralización política, es la propia Lima Metropolitana. Si bien ha impulsado medidas descentralizadoras en el país en los últimos años, éstas han sido a nivel del gobierno regional, pero no a favor de los gobiernos locales y mucho menos a favor de la Municipalidad Metropolitana de Lima, en lo que corresponde a su ámbito regional.

Así, el Gobierno Nacional, por ejemplo, transfirió competencias a todos los GORE en materia de salud, educación, transporte, entre otros. Pero, se excluyó a Lima Metropolitana, que también ostenta competencias regionales. Por el contrario, en Lima Metropolitana se ha acentuado la centralización. Un ejemplo es la pérdida de la competencia del transporte urbano de la MML, que pasó a favor de la Autoridad de Transporte Urbano, ATU, entidad que forma parte del Ministerio de Transporte y Comunicaciones.

Si a la MML le hubieran transferido las mismas competencias otorgadas a los otros gobiernos regionales, los Hospitales Nacionales del Ministerio de Salud, ahora estarían siendo administrados por la MML. Presupuestalmente, la MML hubiera incorporado recursos anuales por más de dos mil millones de soles. Sólo en este sector.

Quizás algunos se alarmen con dicha posibilidad, por los problemas que existen en los hospitales hoy a cargo de los GORE (recordemos incluso que un ex ministro de salud planteó nuevamente recentralizarlos). Es cierto que el proceso no ha sido manejado de manera conveniente. En mayor medida, por responsabilidad del propio Gobierno Nacional. La solución no debe pasar por volver a un Estado centralizado, sino de aprender de las mejores experiencias descentralizadoras e impulsar un proceso de manera planificada y coordinada entre los niveles de gobierno involucrados.

Recordemos, cuando estas competencias estatales se encuentran en manos de una autoridad de nivel nacional, su mirada se dirige a todo el territorio nacional, debilitándose su atención en las necesidades de la población local. Por eso, es necesario que esas responsabilidades se encuentren a cargo de autoridades más cercanas a la población.

Las distintas autoridades que han pasado por la MML, han carecido del liderazgo y la voluntad política necesaria para exigir una mayor descentralización a favor del gobierno de la ciudad. Lima metropolitana prácticamente mantiene la misma estructura política desde hace décadas. Y lejos de fortalecerse en competencias, las ha ido perdiendo. Por eso es necesario impulsar una reforma política en nuestra ciudad. Se deben construir espacios ciudadanos de poder local. El ámbito metropolitano y local debe ser recuperado y fortalecido, con un buen diseño para el gobierno de la ciudad.

Debemos dejar de estar en ese limbo: por un lado, una autoridad metropolitana disminuida y carente de liderazgo; y, por otro lado, una autoridad nacional preocupada más del ámbito nacional, descuidando a la ciudad y a sus habitantes.

Por esta razón, es necesario abocarnos a impulsar la reforma política de Lima Metropolitana, para construir una ciudad para todos.