¿Qué realmente está en juego?

01/10/2019

Por Karen López Tello

Tras 27 años desde la última disolución del Congreso de la República, los peruanos volvemos a afrontar inmensas dudas sobre los alcances y límites que se enmarcan dentro de la Constitución Política del Perú.

Se debatirá entonces por varias semanas, sino meses o años, sobre la constitucionalidad de las medidas que adoptó tanto el Poder Ejecutivo, como el Legislativo. En líneas generales, quizás, también pronto concluyamos, en que ambos poderes del Estado habrían incurrido en faltas a la Constitución y en amplitud se hablará sobre las consecuencias o grados de afectación al sistema democrático.

¿Qué era mejor hacer al llegar a la hora cero (30.09.19)?

¿Es el respeto a la Constitución el “fin supremo [1]” de una nación (esto es, lo último a lo que aspiramos como sociedad) o lo es, el derecho a una sociedad justa en la que los peruanos podamos vivir sin corrupción?

¿Cuáles son los fines y cuáles los medios en una sociedad?

Esto nos lleva a un debate interminable en dónde los fines se confunden con los medios y los medios con los fines. Sin embargo, algunas otras cosas si parecen quedar claras: La Constitución Política del Perú tiene vacíos que conllevan a diferentes interpretaciones y, por lo tanto, son los tomadores de decisiones de un gobierno, los llamados a actuar con alta responsabilidad política y a cuidar cada decisión en estas horas de zozobra.

¿Es la seguridad jurídica y el cuidado de las inversiones en el país lo más relevante o lo es el fortalecimiento de las instituciones?

¿Qué es lo prioritario? ¿Qué sacrificamos? Fortaleza institucional o promovemos las inversiones a costa de todo (Club de la Construcción, lava juez, lava jato, cuellos blancos, ex Presidentes de la República y líderes políticos encarcelados, Odebretch y declaraciones con cálculo y medida, etc. etc. etc). Otros señalaran que el fondo de la pugna está en la defensa de un modelo económico u otro.

Cabe pues esperar que diferentes sectores de la sociedad salgan a defender sus intereses y ejerzan su ciudadanía, lo cual es válido y loable, pero no perdamos de vista que sigue siendo una mirada más. La tolerancia y el respeto con los conciudadanos en estos momentos, también es fundamental.

Me preocupa más en estas horas, que las decisiones que esté tomando el gobierno y los cambios en el Consejo de Ministros puedan conllevar en primera instancia, a frenar la incertidumbre al tener dos personas al mando del cargo más importante de la nación.

La conformación de un gabinete altamente político que se recompone en Palacio de Gobierno en estos momentos, que se inunde en prudencia, no solo en cálculo político y que conlleve a decisiones que nos den el impulso necesario para seguir reformando el Estado.

Reflexiones hasta aquí: ¿Habría sido posible una acérrima lucha contra la corrupción sin llegar a los excesos en los que habrían incurrido ambos poderes del Estado?

El Perú vive un momento crítico, pero pese a los daños que estamos sufriendo, podemos salir más fortalecidos.

[1] Ética Nicomáquea, Etica Eudemia. Madrid: Gredos 1985.