¿En septiembre pasan cosas?

28/09/2019

Por Sergio Tejada

La prolongada confrontación entre el Ejecutivo y el Parlamento podría tener un desenlace en los próximos días. Se trata de una confrontación que, no hay que olvidar, se origina en gran medida en investigaciones de casos de corrupción que involucran a los principales líderes políticos del país, incluidos muchos actuales congresistas.

La mayoría parlamentaria creyó ganar la guerra cuando PPK se vio obligado a renunciar ante la inminencia de su vacancia, pero si el botín esperado era el control del sistema de justicia para la impunidad, la desactivación del Consejo Nacional de la Magistratura y la renuncia de Pedro Chávarry como Fiscal de la Nación, le significó un tremendo revés. Entró entonces al campo el nuevo Presidente, Martín Vizcarra, quien pronto renunció a la estrategia de “diálogo” (que bajo los términos del aprofujimorismo no era más que sometimiento) que sepultó a su antecesor. Con un mayor manejo político y respaldo popular, Vizcarra ganó varias batallas, pero ha tenido dos oportunidades perdidas que podrían ser decisivas.

La primera ocurrió tras la presentación de la cuestión de confianza para los proyectos sobre reforma política. Claramente, el Congreso desnaturalizó la propuesta de levantamiento de inmunidad parlamentaria, cuyo espíritu era que dicha facultad quede en manos de una entidad externa al Parlamento, lo cual fue descartado en la ley aprobada. El Presidente estuvo habilitado en ese momento para cerrar el Congreso pero prefirió no hacerlo.

Entonces vino el discurso de 28 de julio, pausado y aburrido hasta los últimos minutos, reservados para los anuncios en materia de lucha contra la corrupción y reforma política. “He recorrido el país de punta a punta en el último año y debo ser claro —dijo Vizcarra con mayor aplomo—, no hay un lugar del Perú donde no haya recibido el reclamo de ‘Presidente, cierre el Congreso’”. Los ánimos se crisparon, se veía el desconcierto en los parlamentarios, y del otro lado de la pantalla, una ciudadanía expectante. Y llegó el sorpresivo anuncio del proyecto de ley de adelanto de elecciones. El énfasis en el “todos nos vamos, ustedes y yo”, dejaba sin piso a quienes acusaban al Presidente de un giro autoritario o de querer perpetuarse en el poder. Parecía una jugada maestra, pero no lo fue. El Presidente no presentó cuestión de confianza por este proyecto y lo condenó al fracaso.

En los últimos días se han hecho evidentes las diferencias entre el Presidente y su gabinete. La larga duración de las sesiones del consejo de ministros, la anodina declaración de Del Solar por la mañana del jueves y sus aparentes intentos de negociar un acuerdo con la oposición, mostraban la ausencia de cohesión para un “Plan B”. No parece casual que Vizcarra haya anunciado una nueva cuestión de confianza solo, sin su gabinete. Aceptando haber perdido una batalla, aunque sin hacer un mea culpa, mostró que no se resigna a perder la guerra y tomó las banderas de una demanda ciudadana: evitar el control aprofujimorista del Tribunal Constitucional, donde se define el futuro de nuestra precaria democracia. Pero nada está dicho aún.

Se ha popularizado en las redes sociales la frase “en septiembre pasan cosas”. ¿Será que este lunes 30 de septiembre, fecha en que la mayoría parlamentaria ha previsto el copamiento del TC, se define el destino del país? El último día del mes podría producirse el gran desenlace del conflicto, aunque no necesariamente será una solución positiva para el país.