Élites corporativas, medios de comunicación y conflictos sociales
De Southern a Tía María
08/08/2019
Barata, seudónimos y montos de dinero continúan invadiendo las primeras planas de medios de comunicación. La sensación de hartazgo sobre el sistema político se reaviva y arrastra consigo nuevamente a los periodistas.
¿Se imagina lo poderoso que resultaría ser que una mega corporación como ODEBRECHT pueda “comprar” a un periodista o peor aún, a un líder de opinión? ¿Se imagina el alcance masivo del mensaje engañoso?
Un libro que describe cómo funcionan estas redes de corrupción de una manera sistémica y que incluye a los medios de comunicación es “Perú: Élites de Poder y Captura Política” [1]. John Crabtree y Francisco Durand analizan las formas en las que los agentes económicos poderosos, influyen y ejercen presión sobre los tomadores de decisiones de los gobiernos, para beneficiar intereses privados a expensas de lo público.
Los autores demuestran que es un sistema complejo y multidimensional en el que las élites corporativas difunden sus influencias a través del poder económico (oligopolios, oligopsonios), poder político (presión de gremios, dependencia de los partidos sobre el capital), poder discursivo (algunos medios de comunicación) e incluso el poder social (Fundaciones, Obras por Impuestos y Asociaciones Público- Privadas).
Mapa 1: Perú: Élites del poder y la captura política. Figura 1. Página 130.
En suma, son élites corporativas a cargo de los principales bancos, empresas de seguros, de Fondos de Pensiones, compañías mineras, energéticas y petroleras, algunos medios de comunicación, entre otros; que a su vez concentran poder y difunden su red a través de una gran cantidad de medianas y pequeñas empresas.
«El rol que cumple el Estado es fundamental como garante de los derechos de sus ciudadanos y el impacto ambiental en su territorio; y de cara al 2020, mejor replantear: Retomar el diálogo debido a la nueva propuesta política del presidente de adelantar las elecciones al 2020».
Esta captura política se concreta a través de beneficios para estos grupos en desmedro del interés público. Se llevaría a cabo mediante mecanismos de corrupción (sobornos) y/o mecanismos de influencia (financiamiento de campañas, lobby y “puerta giratoria”; este último consiste en cómo el sector privado influye para que determinados funcionarios sean nombrados en importantes y estratégicos puestos en el Estado). Además, influyen en los tomadores de decisiones para lograr la revisión o aplicación de determinadas leyes y paralelamente inician una campaña mediática a favor o en contra de estas normas.
Entonces ¿Cómo es que pueden las élites corporativas mantener esa hegemonía? A través de medios de comunicación afines para moldear la opinión pública a su favor.
Ahora, figúrese esta misma situación a nivel subnacional, ¿Puede dimensionar el poder de las élites corporativas para condenar muchas de las protestas vinculadas a los conflictos sociales, como Las Bambas (MMG Limited), Tía María (Southern Perú) y otros?
¿Qué tipo de información se difunde en las radios comunitarias? ¿Es tal el debilitamiento de los partidos políticos y movimientos sociales que ya solo queda espacio para la violencia y ya ni intentar la organización, intermediación o representación?
El rol que cumple el Estado es fundamental como garante de los derechos de sus ciudadanos y el impacto ambiental en su territorio; y de cara al 2020, mejor replantear: Retomar el diálogo debido a la nueva propuesta política del Presidente de adelantar las elecciones al 2020. ¿Acaso estamos realmente en condiciones de definir en los próximos 7 meses (hasta las elecciones generales) la conveniencia o no del Proyecto Tía María cuando esto no se ha logrado por años? ¿No corresponde a la PCM – de acuerdo a la reforma que plantea el Presidente – presente una tregua al conflicto y construya (en estos meses) las bases y condiciones para un diálogo renovado al siguiente gobierno?
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[1] “Perú: Élites de Poder y Captura Política” John Crabtree y Francisco Durand. Junio 2017.